Rodrigo de Silos demostraba ayer en Hispanidad, las 'cuentas de El Gran Capitán' que el Banco de España elaboró. El gobernador Luis María Linde intenta rebajar la factura para paliar el divorcio que existe entre la clase dirigente occidental –tanto entre la izquierda como entre la derecha- y los ciudadanos. La clase dirigente asegura que la banca no puede quebrar. Pese a todo, las cifras mutiladas del Supervisor ya anuncian que, en España, el mayor recorte de la crisis consiste en salvar bancos de la crisis.

Los ciudadanos se dividen en dos: como principio general, desean que la banca quebrada quiebre y que no se emplee dinero de sus impuestos en salvarla. Sin embargo, aquellos que tienen inversiones en productos financieros –por ejemplo, los preferentistas- se califican a sí mismos como ahorradores -no lo son- y quieren que se les devuelva su dinero, salga de donde salga... sin percatarse que sale del bolsillo de todos.

La actual crisis es una crisis financista, producto de la especulación financiera y de una masa monetaria que ha crecido en el mundo dese hace un cuarto de siglo y que lo ha hecho de forma exponencial.

Si buscan culpables, el primero son los bancos centrales. Si buscaban soluciones, la única posible es reducir el dinero en circulación y dejar que quiebren los bancos quebrados. Salvar 100.000 euros de los depósitos y castigar a los inversores financieros que no han confiado en malos gestores.

Porque el mundo no puede permitirse el lujo de seguir salvando entidades en crisis.

Eulogio López

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