Sr. Director:

 

Escribo estas líneas con motivo de la reciente aprobación por parte del Parlamento vasco del llamado "Plan Ibarretxe".

 

Asisto estupefacto, en los últimos meses, a un debate sin sentido sobre España, la personalidad de sus regiones y la reforma del actual marco jurídico encabezado por la Constitución.

 

Pienso que la aprobación del "Plan Ibarretxe" no contribuye al mejor entendimiento entre los pueblos de España. Además, plantea un riesgo serio de ruptura en el seno de la misma sociedad vasca. Pues ya saben, "si se es vasco de verdad se está a favor y si no en contra", y hace vanos e inútiles los muertos de quienes resistieron a ETA, el dolor de sus familiares, madres, padres, esposas, hijos, ... Todo ello para nada, todo ello para que el Sr. Ibarretxe permita que se lea un manifiesto de ETA dando el visto bueno a la operación.

 

Cualquier persona medianamente inteligente sabe que tanto la Constitución como el Estatuto de Guernica pueden reformarse, pero señores cualquier cambio debe ser fruto del diálogo y basado la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad.

 

Pido desde aquí, con la voz que me da su medio, que mis políticos, nuestros políticos, de izquierda y de derecha, los políticos que elegimos entre todos, que se opongan al "Plan Ibarretxe" en el Congreso de los Diputados y que presenten recurso de inconstitucionalidad contra el citado plan ante el Tribunal Constitucional, y sólo entonces contribuyan a un diálogo entre todos, sin excluir a nadie salvo a los que niegan la democracia y los derechos fundamentales, en el debate sobre nuestro actual sistema jurídico, con el objeto de alcanzar un consenso similar al que hizo posible la Constitución de 1978, que sin ser perfecta es nuestro actual marco de referencia.

 

Pero en ocasiones me avergüenzo de los políticos que mantenemos.

 

Señores, no les hemos dado nuestra confianza para que se rían de nosotros, de nuestras ideas, de nuestros muertos y hagan sencillamente lo que les da la gana.

 

No debían haber permitido que se llegase a una situación tal que nos hicieran quejarnos de esta manera.

 

"El mundo no es malo por culpa de quienes hacen cosas malas, sino porque el resto se sientan a observar", decía Albert Einstein.

 

Juan Manuel Ramos

jmramosmateo@ono.com