Sr. Director:

Anoche (¿por qué la nocturnidad?) se ha retirado de la Plaza de San Juan de la Cruz de Madrid la estatua ecuestre de Franco, que llevaba allí más de 45 años. Sinceramente, la medida me parece prudente, porque esa estatua recordaba a los ciudadanos el pasado de España y les hacía pensar. Al pasar por allí, los ciudadanos comparaban cómo ejercía el poder dictatorialmente Franco con la manera en que lo ejercen ahora algunos políticos: cómo se imponen reformas legislativas gravísimas despreciando la opinión del Consejo de Estado o del Tribunal Constitucional, cómo se gobierna sólo en beneficio de los propios simpatizantes o en beneficio de las exiguas minorías que sostiene al Gobierno, cómo se dialoga y se tolera sólo a los que opinan como el Gobierno, cómo se dispone de la unidad de España como si fuera la "finca privada de alguien" o cómo se utilizan los medios de comunicación como aparato de propaganda estatal. También podían comparar la sumisión de las antiguas Cortes Generales a la voluntad del dictador con la actual sumisión de las Cortes democráticas a la voluntad de algunos líderes de minorías que sostienen a nuestro muy democrático Gobierno.

Han hecho bien en retirar la estatua ecuestre de Franco, para que los ciudadanos no puedan caer en la cuenta de que la situación actual de España es peligrosamente parecida a la de entonces: quien ganó la guerra (las elecciones) impone férreamente su postura a los perdedores, con desprecio de las minorías (salvo que te ayuden a gobernar, en cuyo caso tienen poder absoluto). ¿Dónde está el cambio democrático?

Jose Alberto Fernández

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