Al final, el viaje de Evo Morales a España no ha aclarado todas las dudas, aunque ha tranquilizado algo a los empresarios. Además, es demasiado pronto para saber quién se quedará y quién se marchará de Bolivia. Lo que parece claro, es que Repsol quiere quedarse.

Vayamos por partes. De entrada, no hay que asustarse con la palabra nacionalización. Es lógico que Morales quiera nacionalizar las riquezas del subsuelo, en este caso su gas. Lo hacen todos los productores de petróleo del mundo, y en ese caso Bolivia es una excepción. Es lógico que las riquezas del subsuelo boliviano sean propiedad del Estado boliviano. Esta no es la cuestión. Simplemente, es de justicia y así debe hacerse.

En segundo lugar, está el problema de los impuestos, ahora mismo, el Gobierno de La Paz cobra en impuestos un 70% de la facturación de las petroleras. Es decir, está en el límite. Si los aumenta, simplemente las petroleras perderían dinero y se marcharían corriendo. Y las necesita, dado que hablamos de sectores muy intensivos en capital y en tecnología. ¿Cuál es le problema? El problema es que el caos fiscal es de tal volumen en Bolivia que muchas compañías aprovechan para no pagar. Eso es lo que Chávez impuso en Venezuela a lo bestia, como suele hacerlo el dictador caribeño, pero hay que reconocer que el objetivo es just si se fijan impuestos es para pagarlos.

Cuando Evo Morales habla de compañías bandida, se refiere a los que no pagan, pero él también debe poner orden en su rocambolesca legislación y en la corrupción que reina en el país a la hora de recaudar. En resumen, no puede aumentar los impuestos, lo que tiene que hacer es cobrar los actuales.

En tercer lugar, otra vez Chávez como modelo, Morales quiere tener su Pedevesa, su empresa nacional de petróleos. A Repsol YPF, como ya informara Hispanidad, le ha pedido que el Estado participe en sus filiales bolivianas y que enseñe a los bolivianos a extraer su crudo. Y es posible que Repsol YPF acepte.

Y hasta ahí todo lo que pide Morales, o parece que pide, es de lo más lógico y justo. Si a las petroleras presentes en el país no les gusta, que se marchen, porque Bolivia necesita el gas para dejar de ser el país más pobre de Iberoamérica

Ahora bien, dicho esto, es pura demagogia llamar terrorista a Bush, cuando Morales está vendiendo gas a la Argentina a un precio que no alcanza ni el tercio que está dispuesto a pagarle Estados Unidos.

Por tanto, el capitalismo español no tiene mucho que temer de Morales. El que debe temer es el pueblo boliviano del propio Morales en otros aspectos. Por ejemplo, en su manía de identificar el consumo de derivados de la coca, como poco menos que la identidad nacional boliviana. El bajísimo nivel cultural de los bolivianos, su postración, tiene en parte su origen en el consumo de coca, que Morales y un grupo de intelectuales occidentales -entre ellos, algunos españoles- papanatas, quieren elevar al grado de identidad patriótica y romántica.