No es que se entendiera mal. Se le entendió fenomenal. El ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, dijo exactamente lo que pensaba y quería decir: Que todas las Comunidades Autónomas puedan conseguir un resultado financiero similar al vasco. O sea, resucitar el "café con leche para todos", justo lo contrario de la negociación "a la carta" que propone Zapatero. Eso es coordinación.

 

El razonamiento de Sevilla es contundente: "Así las CCAA tendrían más financiación para cumplir mejor sus competencias, y el Estado central, menos". Fácil, es cuestión de matemáticas. Lo que pasa es que si todas las comunidades aplican el modelo foral, sería el Estado el que tendría dificultades financieras para "cumplir mejor sus competencias", entre ellas, el reparto de los fondos de cohesión interterritorial.

 

Pero Sevilla confía en los círculos cuadrados y considera que la extensión del cupo vasco al resto de CCAA de "régimen general" no afecta a la solidaridad interterritorial, ni supone un riesgo de federalismo asimétrico. El sistema propuesto por Sevilla -el cupo vasco- consiste en que cada comunidad recaude el cien por cien de los impuestos y pague al Estado central un cupo en concepto de pago por los gastos comunes. Algo así como la cuota de la comunidad de vecinos.

 

Según este sistema, una comunidad rica recaudará más y podrá atender mejor los servicios públicos, mientras que una comunidad menos favorecida tendrá dificultades financieras para atender su educación y su sanidad, por ejemplo. De esta manera, se quiebra el principio de solidaridad interterritorial y se fomenta la brecha entre Comunidades Autónomas. O sea, todo bondades.

 

Por otra parte, tampoco se entiende la insistencia de Sevilla en el modelo de "café con leche para todos", cuando fue el primero en advertir que la financiación autonómica se debatiría en la siguiente legislatura. Políticamente resulta más inteligente la negociación a la carta propuesta por Zapatero que permite guiños al tripartito de Maragall y rigor a la Generalitat valenciana. Claro que Jordi Sevilla es valenciano y la patria chica marca carácter.