Sin duda, El mercader de Venecia es uno de los textos más controvertidos de Shakespeare, desde el momento que hace una crítica durísima de la usura, personificada en el judío Shylock (Se da la circunstancia de que Shakespeare era judío, ¿jugaba a esconderse?)

 

Ambientada en la Venecia renacentista, se trata de una tragicomedia que gira alrededor de la dramática relación que entablan un grupo de aristócratas cristianos con un prestamista judío. Uno de los primeros (Antonio /Jeremy Irons) pide prestado al judio (Shylock/Al Pacino) una elevada suma de oro para que  su amigo Bassanio (Joseph Fiennes) pueda conquistar a la bella e inteligente Porcia (Lyn Collins) . Entre las condiciones que establece el prestamista se encuentra una claúsula especialmente dolosa: en el caso de que se demore el pago, recibirá como contraprestación una libra de carne del propio Antonio.

 

Michael Radford realiza una versión del clásico muy atractiva, con una vistosa puesta en imágenes y un impecable reparto que recita con convicción textos que todos conocemos. Pero llama la atención, por carecer de fundamento literario, es ese sesgo homosexual que Radford (que no Shakespeare) otorga a la relación de amistad que mantienen  Antonio y Bassanio. Parece que lo políticamente correcto también ha llegado al cine anglosajón.