El matrimonio es un bien para los padres, los hijos y la sociedad y no las otras formas de coexistencia.

 

Eso es lo que expone una publicación difundida en Nueva Zelanda por la National Marriage Coalition, impulsada por organizaciones familiares del país y con la colaboración de otras de Australia, comunica Carolyn Moynihan en Family Edge. Con datos tomados de diversos estudios muestra que los matrimonios y sus hijos tienen más salud, mayor bienestar y menos problemas que las parejas de hecho, las divorciadas o las familias recompuestas.

Esta publicación tiene 146 referencias a investigaciones, incluidas algunas hechas en Nueva Zelanda, y muestra sólidos indicios de que el matrimonio es más que una relación sentimental privada, dice Bob McCoskrie, director de Family First NZ, una de las organizaciones promotoras. El matrimonio, añade, es un bien social, y hemos de idear políticas, leyes y fórmulas de asistencia familiar y comunitaria para fortalecer a los matrimonios. El debilitamiento del matrimonio es uno de problemas sociales más importantes a los que nos enfrentamos.

El libro aporta conclusiones extraídas de estudios sociológicos. Por ejemplo, el matrimonio está asociado a una menor tasa de pobreza. Entre los hijos de divorciados hay más fracaso escolar. Los matrimonios y sus hijos presentan menor índice de alcoholismo y drogadicción, así como de trastornos mentales. La violencia doméstica es mucho más frecuente en parejas de hecho, como también los malos tratos a niños que no viven con su padre y su madre casados.

Se destacan esas conclusiones porque el Gobierno no tiene en cuenta el factor matrimonio al abordar problemas como los hogares afectados por pobreza o la violencia doméstica. Y eso es dejar de lado una principal fuente de soluciones.

El primer vínculo de la sociedad es el matrimonio; el si­guiente, los hijos, y después, la familia, afirmó el dramaturgo griego Aristófanes.

Clemente Ferrer

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