El Congreso plantea homenajear a una monja que creó una congregación ultra. ¡Por fin!

Un medio valiente, el diario El País, se ha atrevido a denunciar lo que el SCP (Sistema Clerical de Poder) ocultaba ansiosamente. Hablamos de la Madre Maravillas, considerada una santa por los elementos más reaccionarios de la clerecía -sí existen elementos aún más reaccionarios en el colectivo negro-, la presunta reformadora del Carmelo. Y es que el Congreso de los Diputados, templo de la  democracia, se propone instalar una placa a la susodicha que, como creo haber dicho antes, fundó una congregación ultra.

Argumento que demuestran su ultraderechismo:

1. Dormía vestida, sentada en el suelo, y sólo cinco horas.

2. Se colgaba de la melena para sufrir por Jesús (una monja con melena, tú). Y eso después de renunciar a una vida muelle, pues era hija de ministro rico.

3. El País no puede demostrar que la reforma del Carmelo llevada a cabo por la Madre Maravillas atentara contra los principios del Concilio Vaticano II, pero está claro que iba mucho más allá.   

4. Su carácter ultra se demuestra por el hecho de que fue perseguida por los milicianos de la II República, ejemplo de espíritu democrático.

5. Le lavó el cerebro a más de 200 jóvenes que se abonan a la sumisión y al sacrificio... a espaldas de sus padres, aunque el progresismo no pudo condenarla porque todas ellas eran mayores de edad. Una vez más los ilustrados se topan con la ley, y así no hay manera. Ahí intervino otro grupo ferozmente ultraconservador, llamado Getsemaní. Con enorme coraje, el redactor -o redactora, porque en El País últimamente se firma con la inicial del nombre y el apellido, es decir, que estamos ante un diario asexuado- nos explica que esto es una captación de adolescentes vaya usted a saber por qué métodos, porque no es concebible que los convenios de la Madre Maravillas estén abarrotados con tan severa regla.

Y ojo, porque esta fanática no actuaba movida por ideales democráticos como, por ejemplo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien ofrece píldoras postcoitales a toda niña mayor de 13 años. A espaldas de sus padres también, claro está, pero no es lo mismo ofrecer soluciones para un embarazo no deseado que humillarse por corredimir con Cristo: ¡Valiente necedad!

Si será ultra la Madre Maravillas que hasta algunos elementos de la mismísima Conferencia Episcopal consideraban que se pasaba un pelín. Lamentablemente, Altozano no ha logrado concretar esas fuentes, seguramente porque es un fiel cumplidor del secreto profesional.  

De igual modo, tampoco nos ha especificado las contradicciones entre el Concilio Vaticano II y la reforma de la fanática monja, a la que bien puede calificarse de terrorista islámica -Altozano no lo ha hecho porque es un buenazo-, dado que se inmola en prácticas lamentables de mórbido masoquismo.

Sí, es cierto que la Madre Maravillas y toda su reata de beatas no matan a nadie y sólo se dañan a sí mismas y no se llevan por delante a nadie, pero el concepto es muy similar.

Menos mal que tenemos al lobby gay de PRISA para defender las libertades públicas. De otra forma, alguno podría pensar que la Maravillas era una maravilla.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com