El Gobierno Zapatero, y todos los gobiernos del mundo, porque el poder es muy liberticida, continua su campaña contra Internet. El periodismo electrónico es el único que no pueden controlar, y eso fastidia muchísimo. Uno de nuestros redactores explicaba ayer cómo de la famosa Agenda de la Comunicacion de Presidencia del Gobierno, una especie de guía de teléfonos del periodismo español, consultada cada año por miles de personas para saber quién es quién o, sencillamente, localizar la dirección y el teléfono de los distintos medios.

Pues bien, se acaban de romper diez años de tradición. En la guía correspondiente a 2006, el Gobierno Zapatero ha decidido suprimir todos los periódicos de Internet. Es decir, han decidido poner sordina a los únicos medios que no pueden controlar y con los que no pueden pactar, al periodismo más libre, que es el electrónico.

Se lo dice alguien que lleva 25 años en redacciones (quizás porque no sabe hacer otra cosa). Servidor ha pasado por todos los medios tradicionales: diarios, semanarios, periódicos especializados, emisoras de radio y, menos, televisión, sólo he podido tener libertad en Internet, donde lo que importa no es la masa crítica de la empresa, tampoco el continente, sino exclusivamente el contenido. El único periodismo libre del siglo XXI es el periodismo internetero. En la red está lo mejor y lo peor, como siempre ocurre con los terrenos libres. Y claro, al señor Rodríguez Zapatero no le gusta. A los políticos les va el oligopolio de los señores de la prensa. Con ellos se puede pactar, y cuanto más grandes son y más beneficios tienen más se puede pactar, porque más tienen que perder.

En el siglo XXI la verdad circula por conductos pequeños, por estructuras diminutas, por redacciones de 20 metros cuadrados, por sociedades limitadas y no por grandes sociedades anónimas, por hojas volanderas, no por multimedias, por miniproductoras, no por conglomerados audiovisuales, por medios que no pretenden cubrirlo todo, sino dar lo que no dan los demás, las claves con las que las multinacionales de la información no se atreven, porque viven de lo políticamente correcto.

Nunca como ahora se han hecho ciertas las palabras de Chesterton, para quien todos los males de la economía estaban en la elefantiasis. Proponía Chesterton, no era ningún loco, que a la empresa que creciera demasiado había que freirla a impuestos hasta estrangular su crecimiento, porque lo pequeño no sólo es hermoso, sino verdadero. Pues bien con Internet, el sueño de Chesterton se ha hecho realidad. Con Internet uno puede jugar a ser Polanco. La WWW es hoy el sueño de los viejos marxistas, que luchaban contra la concentración de capital, a la que consideraban no sin razón- la cuna de todas las injusticias. En una ocasión di una charla en un curso de postgrado, MBA. Me pidieron un consejo. No pude sino darles esto : no quieran ser cola de león (o cabeza de león), lo mejor es ser cabeza de ratón. ¿Es este el secreto del éxito? no, es el secreto de la felicidad.

En definitiva, lo que más molesta al poderoso no es el león, sino el tábano. El león necesita mucha comida, por eso, siempre está dispuesto a pactar, a transigir, justamente donde no debe hacerlo : en su ideario. Además, es muy difícil acertarle a un tábano con un rifle. El precio de la libertad puede ser la soledad, pero sobre todo es la pequeñez. Es un precio que pago gustoso.

Y si un cuerpo no tiene otro remedio que crecer, al menos que lo haga a costa de sumar muchas estructuras pequeñas: los conglomerados tanto en el mundo empresarial como en el de la cultura- son mucho más humanos que las multinacionales.

Pero eso, naturalmente, no le gusta al señor Zapatero y la señora Fernández de la Vega. Es lógico, ellos están con la elefantiasis. Son así de horteras. Pero de pronto, han retirado a los medios digitales de la Guía de la Comunicación. Es un movimiento pueril que recuerda a los niños cuando cierran los ojos pensando que así pueden conjurar el mal que les amenaza. Aunque no sé si el parangón adecuado es con los niños o con las avestruces. Tengo que pensarlo.

Si creen que apagando la luz van a acabar con el microbio, es que además de soberbios se han vuelto rematadamente tontos.

Eulogio López