Tras el éxito conseguido en España con El espinazo del diablo, Guillermo del Toro vuelve a incidir en su crítica al franquismo a través de una historia que mezcla fantasía con realidad.

 

La acción se desarrolla en el norte de España, en el año 1944. Una mujer embarazada y su hija viajan por intrincados parajes para reunirse con el marido de la primera, un cruel capitán franquista que tiene como misión acabar con los últimos maquis que pueblan los montes. La niña, hijastra del militar, opta por las lecturas de evasión (los cuentos de hadas) para escapar, aunque sea con la imaginación, del ambiente opresivo que la rodea. En sus paseos por los alrededores del enclave donde habita, la niña descubre un laberinto dentro del cual conoce a un fauno que le indica que es una princesa y que, para volver a su verdadero mundo, deberá superar tres duras pruebas.

 

Del Toro sabe mezclar con indudable maestría realidad y fantasía para demostrar con esta historia metafórica que lo más terrorífico no se encuentra en lo desconocido sino en lo más próximo.

 

Si nada puede objetarse a la puesta en escena e interpretación, lo que chirría de este cuento fantástico dirigido adultos es la sesgada forma de presentar a los dos bandos que lucharon en la guerra civil, y el tenebrismo que preside muchas de sus secuencias. Como es habitual en el cine reciente español, El laberinto del fauno carga las tintas en la maldad de los franquistas (el personaje de Sergi López/ capitán Vidal es un sádico capaz de disparar a cualquiera a sangre fría) mientras que los maquis y sus partidarios se presentan como seres llenos de valor y de ideales.

 

No me cabe duda de que si sale adelante el polémico borrador de la Ley de Cinematografía (que penaliza en taquilla el cine norteamericano y protege al cine español), El Laberinto del Fauno será uno de los primeros largometrajes premiados con subvenciones por el Gobierno socialista.

 

Para: Los que quieran ver una historia bien rodada a pero muy sesgada en planteamientos.