Sr. Director:

La Modernidad se ufana de sus conquistas en el ámbito de los derechos humanos. El ser humano, por el mero hecho de serlo, posee la dignidad de persona; es decir, de un ser que es siempre fin en sí mismo y nunca medio para otra cosa. La sociedad, y la autoridad política, se pervierten y deslegitiman cuando pierden de vista su misión de ser garantes de los derechos de la persona.

Entre los ataques más lacerantes contra el ser humano se cuenta el recurso al aborto provocado. El aborto mata, daña, corrompe. Es letal para el niño aún no nacido. Es contrario a la vocación de los padres de alumbrar y cuidar la vida de sus propios hijos. Es un cáncer que se introduce en la sociedad, al hacerla sorda y muda ante el gemido de los más débiles.

No se concibe una sociedad civil y una legislación que cierre los ojos ante la gravedad del aborto. Mucho menos aún, una sociedad y una legislación que desampare o que incluso directamente promueva la eliminación de seres humanos inocentes aún no nacidos.

Si el aborto no sólo no se persigue como lo que es, un delito gravísimo, sino que se tolera o se fomenta, el Estado se convierte en un Leviatán hipócrita, que dice defender a sus ciudadanos, cuando, en realidad, dictamina, de modo caprichoso, que no todos son iguales. En función de diversos intereses, unos serán considerados dignos de vivir y otros no.

Las intervenciones sobre el embrión humano, cuando no están orientadas a defenderlo, a cuidarlo y a atenderlo médicamente, son de igual modo un atentado contra la dignidad humana. Un diagnóstico de una malformación o de una enfermedad no debería equivaler, en un mundo civilizado, a una sentencia de muerte.

Mucho trabajo queda por hacer en la tarea de concienciarnos todos del deber de defender la vida. No deja de ser patético que aquellos que se autocalifican como de izquierdas, como defensores de los débiles, sean los primeros que están dispuestos a dar un sí, con su voto o con sus propuestas legislativas, a la eliminación violenta de tantos seres humanos.

Guillermo Juan Morado

guillermojuan@msn.com