Con El infierno vasco, el director bilbaíno Iñaki Arteta prosigue con la ardua labor  emprendida en Trece entre mil, (su anterior largometraje-documental): evitar el olvido. Es decir, que el resto de la nación y del mundo entero recuerde que hay una parte de España llamada País Vasco donde no existe libertad. Y lo hace poniendo voz y rostro a todos aquellos que han tenido que emigrar de su tierra por las presiones de la violencia terrorista de ETA.

    Nada más comenzar este magnífico y bien engrasado documental se explica al espectador que desde hace 30 años más de doscientos mil ciudadanos vascos (lo que supone  un 10% de su población) han tenido que exiliarse de su tierra natal por razones tan sangrantes como salvar su vida, escapar de la extorsión, del aislamiento social o (lo que es más llamativo) de las  imposiciones nacionalistas. No hay un único perfil entre los exiliados. Empresarios, políticos, periodistas, jueces, sacerdotes, ertzainas, escritores, artistas, profesores etchan estado en la diana de la organización terrorista ETA, y sus allegados, y han sufrido por la cobardía y por la propia connivencia de gran parte de la sociedad vasca. Todos ellos con sus explicaciones hacen comprender al espectador como se malvive cuando una persona se siente amenazada

   Pero el documental de Arteta es admirable no sólo por su mensaje de denuncia sino por la exhaustiva tarea que tiene detrás: selección de testimonios,  horas interminables de grabación y de montaje. Un trabajo plagado de momentos emocionantes que el cineasta dedica a los que murieron, a los valientes que tuvieron que emigrar y a los valientes que todavía permanecen en el País Vasco.

Para: Los que quieran ver un excelente documental de denuncia.