Aún se prodigan por las redes sociales los ecos de la alfombra roja de la última ceremonia del cine español, es decir, los Premios Goya, de los que la propia Academia hace gala: de sus actores y de los trapitos que portaban sus intérpretes (en la imagen Macarena Gómez y Aldo Comas). ¡Ya es hacer memoria, oiga! Asunto que debe contar con el visto bueno de González Macho, que recientemente ha renovado la presidencia en la empresa, y que no ha optado por quitar de en medio una publicidad insulsa como insuficiente: o lo que es lo mismo, darle categoría a algo que carece de interés. Si no, salgan a la calle y pregunten.

Y quién sabe si las nuevas generaciones de estudiantes para cine confunden la película de Cecil B. De Mille con esta algarada de perfiles tan cuidados…
Lo más llamativo del asunto es que a este nuevo prodigio de 'alta costura' han osado titularlo "Los 10 mandamientos de la alfombra roja". ¡Ojito con no cumplirlos!

Está claro que los creativos de la Academia de Cine no están atravesando su mejor momento, no es el más ingenioso, sino el más común, manido y ruin. Es decir, que seguimos como siempre desde antes de Luis Buñuel. ¡Pensar es difícil cuando la subvención no está cerca!

Cuesta creer que sólo sean 10 las propuestas para una alfombra roja -aunque si les digo la verdad me parece de tal insulsez que no le dedicaría ni una-; al menos se podría haber jugado con títulos de películas de mayor porte, porque si nos fijamos bien lo que dice cada mandamiento -los de la Ley de Dios en los que se inspiran los chicos de Macho- con el encaje de bolillos de los que dice el mandamiento de la alfombra, el resultado es insultantemente deformado. Y quién sabe si las nuevas generaciones de estudiantes para cine confunden la película de Cecil B. De Mille con esta algarada de perfiles tan cuidados…

La Academia de Cine, en un despliegue de talento y madurez en el guión, podía haber concluido algo del tipo Pepi, Luci Bom y otras chicas del montón o Átame, que sin lugar a dudas reflejan de mejor manera el modo de caer los trapitos a los actores chic durante una noche. Una noche, por cierto, en la que el autor de esos filmes, Pedro Almodóvar, fue ninguneado ostensiblemente, donde además de su tono descafeinado y simple siempre premia a los mismos, donde se auto alaban unos a otros, además de escupir soflamas demagógicas o posturas a favor de la ideología de género. ¡No de las prendas, sino de la torcedura moral de sus artistas más representados! Pero nada de esto es nuevo, ya se sabe, lo que no se sabía es la fuerza de los cineastas de promocionar el horterismo patrio… según los nuevos patrones, estilismos y resto de rarezas… La moda, otra vez, se hace el haraquiri.

José Luis Panero

joseluis@hispanidad.com