Me dirijo a su periódico para desahogarme y prevenir a otros incautos como yo. Un mal día se me ocurrió contratar con ONO, compañía con la que tenía contratado mi teléfono, un servicio adicional de televisión por cable. Como la tele no se veía en cuatro días solicité que me dieran de baja en este servicio.

Ni cortos ni perezosos en lugar de cumplir mi petición me cortaron el teléfono. Me he cansado de llamar y me he gastado una fortuna en el 902 pidiendo que me restituyeran la línea.Ún técnico vino a casa, pero se equivocaron de nuevo. Venía  con instrucciones de conectarme la televisión. Más que una novela de Kafka esto parece ya un relato de terror de Edgar Alan Poe. Tras dos meses de calvario sin línea telefónica me han dado de alta con: ¡Otro número de teléfono diferente al mío! Sólo me queda presentar una denuncia judicial y el derecho al pataleo. Contraten con ONO si quieren perder los nervios, la paciencia,  la dignidad, el dinero y hasta su número de teléfono. 

Sara Fernández Olivo

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