Sr. Director:

Parece que una nueva asignatura se va a implantar en los programas docentes de educación primaria y secundaria, con el nombre Educación para la ciudadanía se pretende dar una formación al alumno para articular su vida en una sociedad plural, democrática y laica, al menos ese es el sentir de la Fundación CIVES, que junto con la Universidad Carlos III elaboraron un programa aproximado para la asignatura en el pasado Noviembre de 2005, programa que parece se va consolidando.

En una sociedad democrática como la nuestra, parece que aquella idílica libertad de cátedra de la que hacían eco los grandes maestros como Ortega o Unamuno, brilla por su ausencia. Se criticaba en los años setenta y ochenta la asignatura que nuestros padres y abuelos cursaron con una estricta y anticuada metodología como Formación del espíritu nacional en la se trataba de trasmitir los valores del régimen, cayendo ahora en el mismo concepto aplicado a diferentes principios.

Con la democracia y la libertad de cátedra recogida en el artículo 20.1.c) de nuestro texto constitucional, pensábamos que las manifestaciones del pensamiento dirigido habían concluido, cuando se nos sorprende ahora con la propuesta de Educación para la ciudadanía, sin contar con el consenso, opinión y experiencia del personal docente que supuestamente va a desarrollar esta asignatura. Se empieza con las enseñanzas medias, pero pronto a las enseñanzas superiores llegarán los ecos de las que las preceden.

Desde Profesionales por la Ética consideramos que una Educación cívica es necesaria en una sociedad plural y cambiante como la nuestra pero partiendo de valores como el respeto- frente a la simple tolerancia; el diálogo y la solidaridad, como principios básicos de una sociedad democrática y contando por supuesto con las opiniones de los diferentes equipos docentes que deban impartirla. Se hace necesario que niños y adolescentes conozcan a través de programas acordes a sus capacidades cognitivas la importancia de los valores democráticos, la importancia de los derechos humanos, pero no de unos derechos humanos que se queden simplemente en papel mojado y declaraciones programáticas de buenas intenciones, sino que articulen formas de convivencia y de interrelación con países mas necesitados enseñando desde la infancia la importancia de la solidaridad y el conocimiento del otro.

Uno de los puntos fuertes que debería desarrollar el programa sería la importancia de los procesos democráticos en la formación de una sociedad igualitaria y justa, pero mostrándoles igualmente que este modelo democrático no se ha implantado en todo el mundo, lo que hace que existan otras formas sociales diferentes.

La importancia del hecho religioso sería otro de los ejes temáticos a desarrollar, dando una perspectiva histórica, de las diferentes manifestaciones religiosas a lo largo de los siglos. Se hace necesario hablar no solo de las religiones del libr Judaísmo, Cristianismo e Islam, sino también de otras manifestaciones fuera del área mediterránea como el budismo o el hinduismo, para educar en el respeto y en el conocimiento del otro. De estar forma se eliminarían los fantasmas del fundamentalismo etiqueta que últimamente se asigna a toda manifestación religiosa. Solo desde la igualdad, la libertad y el respeto podremos formar hombres y mujeres con capacidades críticas desarrolladas y no solamente ciudadanos.

Profesionales por la Ética

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