Hispanidad publica esta mañana una información sobre las atrocidades del grupo Estado Islámico en el norte de Irak. Los medios de comunicación no están informando adecuadamente de las matanzas de miles de cristianos en ese país por los yihadistas, que son, en estos momentos, el peor semblante de la condición humana.

 

 

Matan a bebés, a niños, a jóvenes, a mujeres… Les da igual. Sólo les ponen una condición antes de asesinarlos: que se conviertan al islam. El despiadado tiro en la nunca, el desgarrador filo de un cuchillo partiendo la cabeza, la tierra muerta caída sobre cuerpo todavía con vida… son algunas de esas bestialidades que estamos viendo, atónitos… y ¿con la impotencia de no poder hacer nada No es así: podemos rezar por los que mueren, con las mismas plegarías de los primeros cristianos por sus hermanos -también los primeros mártires- que iban a morir en los foros romanos simplemente por eso: por ser cristianos.

El Papa Francisco llama a la oración ante esa devastadora ola de violencia, que está acabando con tantas vidas y cualquier patrimonio religioso, "lo que ofende gravemente a Dios y a la humanidad".

Lo que muestra el 'modus operandi' de los yihadistas sunitas del Estado Islámico es que hay algo aberrante, repugnante, en las arterias de una civilización fallida, crecida al amparo de un islam distorsionado y manipulado hasta unos límites indecentes.

Nos queda la palabra -escrita- y la plegaria, como a los primeros cristianos por sus hermanos, que morían en los foros romanos
¿Qué fanatismo cerril puede llevar a cortar la cabeza a una niña de dos años, ¿Qué habrá sentido la decapitada cuando lo vivió, ¿Qué habrá sentido su padre (en la imagen) que la tiene en brazos

Incluso en medio de la violencia esperpéntica de la guerra civil española, en la que los anarquistas acabaron con el 80% del clero en las diócesis aragonesas, como cuenta Miguel Gil en 'Un adolescente en retaguardia', se respetó la vida de los más pequeños, de los adolescentes encarcelados en Barbastro tras ser sacados de los monasterios. Gil, fraile benedictino en Leyre, con 15 años, fue uno de los que escapó del martirio por su edad. Por paradójico que resulte, hasta en el repugnante terror anarquista español había restos de cristiano. En Irak, todo es diabólico.

Mariano Tomás

mariano@hispanidad.com