Sr. Director:
Cuando hay hambre, hay desesperación, y eso es lo que lleva a la gente a echarse a la calle.

 

¿Por qué los tunecinos y los egipcios se han liado la manta a la cabeza y han provocado la caída de sus respectivos regímenes políticos, justo ahora y no antes? En mi opinión, el único elemento novedoso de los últimos meses ha sido la generalización del hambre en su vertiente más cruda, debido a la subida del precio de los alimentos básicos en su dieta, como los derivados de los cereales, de los que además son deficitarios. La falta de libertades, la ausencia de respeto a los derechos humanos, la mala situación económica, la carencia de expectativas de mejorar su situación, el paro y…

Todo eso estaba antes ahí y no había provocado las revueltas. El chispazo que ha encendido la mecha del descontento ha sido justamente la aparición del hambre y la subida del coste de los alimentos. Mucho me temo que esto no ha hecho más que comenzar. Lo dice también el Banco Mundial, que en su último informe hecho público el martes alerta de la grave situación que se da en todo el mundo, debido justamente a las espectaculares alzas de los cereales y las oleaginosas. Sólo en los últimos meses cerca de 50 millones de personas se han incorporado a la categoría de las que están por debajo del umbral de la pobreza. La cosa puede ir a más, aunque en los países desarrollados, acostumbrados a ir a los supermercados y comprar de todo, no queramos verlo y vivamos de espaldas a esta realidad. Se me ocurre que sólo hay cinco actividades básicas: respirar, dormir, ir al servicio, beber y comer. Sin ellas la muerte está garantizada.         

Xus D Madrid