Son varias las veces que he repetido lo mismo. La diferencia entre Juan Claudio Sanahuja y el abajo firmante es que yo hablo de las consecuencias del Nuevo Orden Mundial (NOM) anticristiano, mientras él habla de las causas. Y aún existe otro distingo a favor del argentino sobre mi persona: yo intento definir lo que es el NOM, verdadero agente de las tinieblas en el siglo XXI, mientras él le pone nombres y documentos al desarrollo del NOM. Esto quiere decir que, en lugar de leerme a mí avanzarán más rápido si leen El Gran Desafío, de Juan Claudio Sanahuja.

Resulta extraordinariamente lamentable para mí esta concesión pero, como le dijo Juan Pablo II a Henry Kissinger, una de las piezas clave del NOM -aún hoy, nonagenario, lo sigue siendo de Bilderberg-: "Es que la Iglesia trabaja en el negocio de la verdad". Kissinger ni se molestó en negarlo.

Pues bien, uno de los mojones clave en la historia del NOM es el Informe Kissinger, un famoso memorándum del no menos famoso secretario de Estado, que versaba sobre la política de seguridad norteamericana. Para el autor del informe que lleva su nombre (1974) la seguridad norteamericana estaba en cuestión por el crecimiento demográfico de los países pobres. Sí, la seguridad militar de Estados Unidos era lo que le preocupaba, y esa seguridad estaba en peligro si las mujeres del Tercer Mundo tenían descendencia. Ya saben: hay que matarlos de pequeños, que luego crecen y aprenden a defender su vida. Así, el sublime pensador Kissinger aconsejaba a la Casa Blanca "modificar los niveles de fertilidad para el año 2000". Y así, el Gobierno norteamericano se comprometía a "colaborar con otros países desarrollados interesados" -o sea, los países ricos- y con las organizaciones parapúblicas en el objetivo de diezmar a los pobres. Bueno, y también con otros organismos, sobre todo del paraguas ONU, el centro ideológico del NOM. En especial, el Informe Kissinger citaba a las organizaciones OMS, Fondos de Naciones Unidas para la Población (FNUAP) -es decir, para la despoblación-, Banco Mundial, UNICEF, etc.

Al cabroncete de Kissinger hay que reconocerle sinceridad: "Es mucho más efectivo usar la ayuda económica para el control de la población que elevar la producción a través de inversiones directas en riesgo, proyecto de energías e industria". Para el NOM y para las ONG -el gran triunfo del NOM en el siglo XXI, junto a los ecologistas- la lucha contra la pobreza no consiste en mejorar la vida de los pobres sino en exterminarlos, mediante esterilizaciones forzosas, anticoncepción y aborto.

UNICEF no se preocupa de los niños, de lo que se preocupa es de que no haya niños, seres que no producen y se lo hacen encima
Es más, Kissinger insiste hasta la desfachatez: "Debemos tener cuidado de que la apariencia de nuestras actividades no parezca a los ojos de los países en vías de desarrollo como una política contra ellos"… por si no había quedado claro.

Sanahuja también recoge las actividades de UNCIEF -tan queridas por todos los bien pensantes de Occidente, incluido el Barça y Sergio Ramos- preocupada por repartir abortivos en todos los países en desarrollo. Vamos, que UNICEF no se preocupa de los niños, de lo que se preocupa es de que no haya niños, seres que no producen nada y, encima, se lo hacen encima.

Cuando te has leído "El Gran Desafío" llegas a una alternativa vital: o contemplas el gran genocidio que es el aborto y todo lo que representa o bien miras hacia otro lado y sigues intentado creer que la progresía mundial, esto es, el NOM, se dedica a mejorar la vida de las personas. Pero no caben medias tintas.

En definitiva, que hay dos bandos: el Nuevo Orden Mundial y la Iglesia católica. O mejor: que hay dos religiones en el mundo: cristianismo y cristofobia. Y cada cual debe elegir. Porque hay dos tipos de personas en el mundo: las que intentan acabar con la miseria y las que intentan acabar con los miserables. Sanahuja lo demuestra.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com