¿Dónde queda la exigencia de neutralidad en asuntos internacionales?

Lo lógico es que un presidente de Gobierno no tome partido por ninguno de los candidatos a la presidencia de un país extranjero. Es lo que marca la diplomacia y el pudor político. Pero estos conceptos parecen en almoneda. Así que Blanco y Zapatero no tienen ningún problema en afirmar que su candidato en las elecciones americanas es Obama. ¿Y qué pasa si ganase Mc Cain? De nuevo Zapatero se volvería a quedar con la brocha en la mano, volvería a quedarse sin interlocución con la gran potencia mundial.

Y si gana Obama, tampoco su posicionamiento es positivo. El candidato republicano ha hecho una gira por España y se le ha olvidado visitar España. Y no es porque no recibiera apoyos, sino porque España es un país amigo, pero con la boca pequeña. Tan pequeña que su presidente tuvo el mal gesto de no rendir homenaje a la bandera, o sea despreciar al pueblo americano. Y eso no se olvida.

La experiencia de Zapatero en la toma de posición de candidatos extranjeros ha sido bastante nefasta. Apostó e hizo campaña por Segolene Royal. Hoy la Royal es casi una desconocida. Dijo de Merkel que era una fracasada. Hoy es canciller y sigue siendo el motor de la economía y la política europea. Ahora toma posición por Obama como si los republicanos fueran homologables a los socialistas. Se vuelve a equivocar. De cabo a rabo.