La Universidad es el centro de producción intelectual de un pueblo. Con todas las críticas que queramos -y podemos- hacer a la educación superior, la realidad es que sus aulas son verdaderos centros de investigación y pensamiento. Y también centros de formación de las generaciones que asumirán la responsabilidad de dirección en un futuro cercano.

Controlar ese entorno es garantizar mejor el control de las conciencias del futuro. Y el intervencionismo del Gobierno vasco no ha resistido la tentación. La Universidad del País Vasco está ya controlada por los nacionalistas. Se reparten las cuotas entre moderados y radicales. Los abertzales campan a sus anchas y las pintadas con dianas a los profesores calificados como "españolistas" permanecen semanas. Estos docentes acuden escoltados, son advertidos a diario por Guardia Civil, Policía Nacional y Ertzaintza de los peligros que corren.

Pero permanecen -como la aldea de Asterix- en una actitud heroica que les honra. No quieren abandonar su espacio. Saben que tirar la toalla es permitir que el nacionalismo intolerante dé un paso hacia adelante. Sin embargo, el Gobierno vasco insiste en desmantelar la aldea. Chequera en mano, les ha ofrecido que se vayan a su casa con el sueldo íntegro. Alternativamente, les han ofrecido un "exilio" en otras universidades de España, atendiendo también los gastos que ocasionara. Todo un aparheid practicado con el dinero público.

Y claro, no todos han soportado la presión. El 92,5% han optado por dar un paso atrás, cansados de la presión y de respirar a diario una atmósfera contaminada. No son los únicos. Muchos alumnos vascos han optado también por "emigrar" a zonas más tranquilas. No quieren convivir con un abertzalismo que campa a sus anchas. Y sus padres no quieren asumir el riesgo de que sus hijos acaben en un ambiente nada saludable. Es la nueva diáspora vasca motivada por unos intolerantes que expulsan a los que no piensan como ellos. Los programas de postgrado de Madrid están llenos de jóvenes vascos que buscan en la capital un futuro alejado de su tierra natal. Y así, sin duda, Euskadi es hoy mucho más libre.