Belmiro de Azevedo, el hombre de Sonae, es un personaje bien conocido en España, especialmente por los accionistas de Tafisa, empresa modelo de generación de recursos y de cotización bursátil, a la que ha exprimido como un limón.

Ahora don Belmiro, al que algunos consideran la principal fortuna de Portugal, gran amigo, por cierto, de Emilio Botín, ha lanzado un órdago por Portugal Telecom, socio de Telefónica tanto en Portugal como en Brasil. El gobierno de José Socrates ya se ha apresurado a aclarar que ve zonas de sombra en la operación. No lo ha dicho así, pero la principal zona de sombra es don Belmiro. En pocas palabras, a ningún gobierno puede agradarle que un especulador se convierta en el propietario de la teleco de bandera.

En su línea habitual, Sonae ha aprovechado el lanzamiento de la OPA para aclarar que las uvas están verdes. En efecto, las uvas de la brasileña Vivo están muy verdes, en primer lugar porque el acuerdo entre Portugal Telecom y Telefónica de España en la sociedad brasileña (50-50) aclara que ninguno de los dos socios puede vender a un tercero. En segundo lugar, porque don Belmiro no es un empresario, sino un financiero, y sabe exprimir empresas, pero no generar resultados, no es un gestor, sino un accionista, y sabe que VIVO exige un esfuerzo inversor que no está dispuesto a mantener, y que no haría otra cosa que penalizar la acción de Portugal Telecom. Por eso, ha aclarado que no le gusta Brasil, y ya puestos, sueña con llegar a un acuerdo con Alierta, para que éste acuda a la OPA sobre PT a cambio de la filial brasileña.

Pero es que no es el único problema de don Belmiro. Sócrates sabe que un PT controlada por Sonae no va a ser una PT que invierta en la mejora del servicio telefónico en el país vecino. Eso seguro. Además, don Belmiro es un hombre de ideología muy similar a la de su amigo Emilio Botín: la política está hecha para facilitar los negocios.