El Gobierno podría ofrecer a los catalanistas la cesión del 80% del IRPF, según publica en la mañana del jueves El País, el diario que está retransmitiendo la negociación estatutaria en tiempo real y en exclusiva. Menos mal que como dice Rubalcaba, su experiencia es que quien filtra no tiene voluntad de alcanzar un acuerdo. Cinismo.

Con razón hace unas semanas el vicepresidente Solbes afirmaba que no sería descabellado pensar en una cesión del 50% del IRPF. Este 80% se encuentra en la banda baja de las exigencias de los convergentes y 20 puntos por debajo de las demandas de los socios republicanos. En todo caso, firmable.

El problema es que al ser la reforma generalizable, las CCAA más ricas saldrán beneficiadas. Y se da la circunstancia -cachis en la mar- que la mayoría de las comunidades ricas son populares. Por contra, las CCAA con menor renta saldrían perjudicadas, lo que amenaza revolución de los barones, infarto incluido. ¿Cómo solucionarlo?

Dale a la máquina del dinero. El conjunto de las administraciones públicas cerrarán el año con un superávit del 1%. Eso ofrece cierto margen para poder regar a los tradicionales feudos socialistas: Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha. Si además tenemos en cuenta que Bruselas permite un déficit de hasta el 3%, el margen con el que cuenta el gobierno es bastante generoso para contentar a todo el mundo. Solbes ejercerá de presa de contención de las demandas y así es como Zapatero espera llegar a fin de año con los deberes hechos, el acuerdo firmado y brindar con cava. Catalán, por supuesto.