En su primera alocución pública, con espíritu programático, el nuevo secretario de Estado Presupuestos y Hacienda, Juan Carlos Ocaña, apuesta por más de lo mismo. El gasto público seguirá dedicado a infraestructuras e I D, no a vivienda social, el principal problema al que se enfrentan los jóvenes españoles. El colectivo más perjudicado por el modelo económico de Aznar y Zapatero es la mujer joven, especialmente si aspira a ser madre. El IVA y los impuestos especiales, las claves de la fiscalidad en el siglo XXI, se cede a las comunidades autónomas para apaciguar a los nacionalistas

En su primera intervención pública amplia, realizada con espíritu programático, el secretario de Estado de presupuestos y Hacienda, el catedrático de Economía aragonés, Juan Carlos Ocaña, no ha ofrecido novedad alguna. Ocaña, con menor capacidad dialéctica y retórica que su antecesor en el cargo, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha unido diagnóstico y terapia de la economía español.

Vamos con el diagnóstic

España crece al 3,5%, mientras la media de la zona Euro lo hace al 1,8%. Es cierto que se trata de un crecimiento obtenido gracias a la demanda interna, pero, en cualquier caso, crecemos más que Europa. No sólo es seguimos creando empleo; en 2005 nada menos que 548.000 empleos. Temporales y con bajos sueldos, pero empleos.

Más: por vez primera, el Estado consiguió un superávit en 2005 de nada menos que el 1,1% del PIB. La administración central tuvo un superávit del 0,4%, que se equilibró con el 0,4% de déficit de las comunidades autónomas y ayuntamientos. El resto del superávit corresponde a la Seguridad Social, que es la razón por la que los empresarios piden una rebaja de los impuestos que gravan el empleo.

Pues bien, Ocaña ha dejado claro, durante esta su primera intervención pública, organizada por el Foro de la Nueva Economía, que no se reducirán las cuotas sociales y que ese dinero es para asegurar el pago de pensiones futuras en una sociedad muy envejecida. Aquí, desde luego, no habrá cambio de modelo.

Noticia negativa: un déficit exterior de 7,5% del PIB, para el que el secretario de Estado no tiene receta alguna y una inflación al 3,9%, frente al 2,2% de medida europea. En este punto, Ocaña aporta tres soluciones que no son para tirar cohetes: operadores virtuales de móviles, eliminar los costes de transición al competencia en le sector eléctrico y ley de defensa de la competencia. Contra el déficit exterior. Más superávit fiscal.

Así, el gasto de los Presupuestos Generales del Estado para 2007 aumentarán un 6,5%, es decir, el crecimiento nominal (PIB IPC) quizás más-. Y ojo, el reparto del gasto no supondrá, de la misma forma, ningún cambio de modelo. En otras palabras, considerando que la vivienda cara es el problema económico más grave al que se enfrentan los españoles, podría utilizarse el superávit en aumentar la vivienda pública, pero n las únicas partidas que crecerán son las de I D y las de infraestructuras. En 2007, adelantó Ocaña, se destinarán 13.675 millones de euros a infraestructuras especialmente ferrocarril, 830 millones más que en 2006. En cualquier caso, no habrá aumento de gasto público. El equilibrio fiscal es lo primero. Al final, este es un modelo que provoca la paradoja de la economía española no sólo con Zapatero, sino durante los últimos años de los gobiernos Aznar: la economía va bien, pero las economías particulares van mal. Las cuentas del Estado son espléndidas, a cota de salarios bajos, vivienda cara, y una política durísima con los jóvenes y con la familia, a la que pone muy difícil, por los bajos salarios, el tener hijos, precisamente en un país como España, caracterizado por su bajísima natalidad. Sin embargo, la esperanza de vida de la mujer española (el martes se hacían públicos los datos), con 83 años de media, es la más alta, no sólo de Europa, sino del mundo entero.

¿Se va modificar algo el modelo con la reforma fiscal y con el nuevo esquema de financiación autonómica? No, todo lo contrari se perpetúa el modelo.

En el proyecto remitido a las Cortes, se modifica el IRPF y el Impuesto de Sociedades, pero también se crean impuestos medio-ambientales, al mismo tiempo que se otorga por la vía de la nueva financiación autonómica y el Estatut catalán- más capacidad impositiva que seguramente aprovecharán- a las comunidades autónomas. En otras palabras, la presión fiscal no varía: sólo se fragmenta.

Empezando por el final, hay que decir que no se toca el IVA ni los impuestos especiales, es decir, no se tocan los dos impuestos más importantes hoy en día en cualquier país occidental. Otro posible cambio de modelo sería éste: que a la gente se le comenzara a medir según lo que gasta y no según lo que gana.

Por una parte, en el proyecto remitido al Parlamento, el Gobierno reduce el IRPF, reduce nominalmente, que no realmente, el Impuesto de Sociedades y crea los impuestos medioambientales, justo cuando los impuestos finalitas empiezan a desparecer en todo Occidente. El impuesto de sociedades disminuye para grandes empresa del 35 al 30% y del 30 al 25%, pero se suprimen las deducciones Si observan ustedes la memoria de cualquier gran banco o empresa verán que jamás pagaban el 35% del beneficio bruto, ni tan siquiera el 30%. Se trata, simplemente de participar en la trágica lucha por atraer inversiones (la famosa subasta de inversiones) reduciendo el impuesto sobre el excedente empresarial.

Respeto al IRPF, en efecto, se reduce el impuesto hasta que la mayoría de la población, la de rentas bajas y medias, se quede en el 24%. Afortunadamente se ha renunciado al tipo único, radicalmente injusto, dado que iguala a los desiguales. Al final, habrá menos recaudación y se pagarán menos impuestos directos. Se benefician del nuevo IRPF todos aquellos cuyos ingresos se sitúen por debajo de los 18.000 euros al año. Y también parece lógico unificar en el 18% la fiscalidad sobre el ahorro, pero no es lógico no distinguir entre el ahorro a corto plazo y el ahorro a largo, entre la especulación y el ahorro que apuntala empresas productivas.

Y lo peor de los nuevos impuestos medioambientales es que lo aplicarán las comunidades autónomas, mucho más codiciosas, manirrotas y derrochadoras que la Administración Central. En los ayuntamientos ni se piensa, por lo que los municipios continuarán incrementando los gravámenes municipales, especialmente sus dos impuestos-estrella: el de bienes inmuebles el de circulación. Pero, sin duda, lo peor es que son el IVA y los impuestos especiales los que se ceden a las presiones nacionalistas. Y ahí sí que se establece un agravio comparativo, porque, naturalmente, las regiones más ricas son las que más IVA recaudan.

Al final, el modelo que sacraliza el equilibrio fiscal, un modelo tanto de Aznar como de Zapatero atenta directamente contra la familia y los jóvenes y, especialmente, contra la mujer que desea conciliar vida laboral y maternidad. Naturalmente, el salario maternal el nuevo secretario de Estado de economía ni se lo plantea. Sencillamente, la deificación del déficit público no ofrece mucho margen de maniobra.