Había sido el hombre que asesoraba a Aznar en la cosa internacional durante la primera legislatura del PP. No en vano, fue el director del departamento de Defensa de Presidencia del Gobierno, el hombre que relanzó internacionalmente la figura de Chemari, el que intermedió para que Aznar pudiera poner los pies encima de la mesa junto a su amigo Bush.

Durante la segunda legislatura fue el secretario de Estado de Defensa, el hombre de la guerra de Iraq. Por supuesto, fue de los primeros que el nuevo Gobierno Zapatero se quitó de en medio nada más llegar al poder. El pobre de don Ramón estuvo haciendo mochila durante meses, e incluso años, hasta que al final consiguió que el 30 de junio de 2006 Moratinos le propusiera como embajador de España en la República Federal Islámica de las Comores. Como ven, un lugar donde poder desplegar todo su saber e influencia diplomática. Un sitio estupendo para defender los intereses de nuestro país, aprovechando su bagaje profesional.

Pero como nuestra diplomacia está que lo tira, el gobierno español ha decidido abrir embajadas donde España no tenía representación diplomática. Esos países donde el comercio es insignificante, las inversiones nulas y la colonia inexistente. Pero el ansia infinita de paz se extiende por todo el orbe. Y ahí estaba Madagascar sin embajada. Así que el pasado consejo de ministros el gobierno aprobó el nombramiento de Gil-Casares como embajador de España en Madagascar. Compaginará ambas altas responsabilidades, porque ambas embajadas tienen sede en Pretoria. Lo que no sabemos es si le obligarán a don Ramón a establecer relaciones cordiales con los promotores del proyecto Gran Simio, naturales del país.