La decisión del Gobierno estadounidense de no permitir a España la transferencia de tecnología militar a Venezuela ha sentado muy mal al Ejecutivo español. El veto de la administración Bush se ha producido por unas razones que el gobierno español no comparte, señala la vicepresidenta tratando de desligar a la administración Bush de Estados Unidos

Ya lo había anunciado el embajador norteamericano en España, Eduardo Aguirre hace meses, pero ha sido esta semana cuando la decisión se ha confirmado. ¿Y ahora qué? Pues la vicepresidenta recuerda que existe un contrato firmado y que por tanto, el gobierno español va a cumplir con sus obligaciones contractuales. Se buscará la tecnología sustitutoria, señala. El problema es que esa tecnología sustitutoria será más cara y por tanto no será tan fácil cumplir el contrato en los términos actuales.

Además, De la Vega ha tratado de vendernos un pulpo como animal de compañía al afirmar que el objeto de la venta a Venezuela son unas fragatas de vigilancia marítima sin carácter ofensivo. Tan pacíficas como la Álvaro de Bazán. Y es que ya se sabe que los vigilantes jurados no tienen carácter ofensivo. Pero portan armas. Por si acaso. Aquí ocurre algo parecido. No serán los que disparen; sólo lo harán en caso de que sea necesario. ¿Era tan difícil decir que sí, que España iba a vender armas a Venezuela? Y el remate es el argumento social. Dará trabajo a 1.000 españoles durante muchos años en un sector como el de los astilleros que no atraviesa por sus mejores momentos.