Que el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido siempre corre, como Julio César, presuroso en socorro del vencedor, no es una noticia. Todo lo que interese al Gobierno, a los grandes banqueros (especialmente a Emilio Botín y a Francisco González) o a los grandes editores, se convierte en prioridad para el Ministerio público.

Sin embargo, hasta los conocedores de su estilo se han quedado asombrados por su circular a las fiscalías, en el caso Gedeprensa, la asociación donde se agrupan todos los mayores editores del país, y que pretende monopolizar los resúmenes de prensa o clipping, que ahora realizan pequeñas empresas. La clave está en la Ley de Propiedad Intelectual (LPI) que ya ha pasado por el Senado y tras su segunda lectura será publicada en el BOE.

Pues bien, Pumpido se ha adelantado a la ley, y ha especificado a las fiscalías que toda copia electrónica de una noticia de prensa realizada por Internet debe ser perseguida.

Y es que algún diputado independiente al parecer del PSOE- le metió un gol a Gedeprensa en el Consejo como ya informara Hispanidad, los diputados ponían en duda el sistema elegido, por el que se otorgaba a los grandes editores la posibilidad de decidir quién podía hacer resúmenes de prensa y quiénes no, naturalmente pagándoles, además de recordar que la propiedad intelectual de lo que se publica en la prensa no corresponde al editor, sino a los periodistas que las redactan.

De inmediato, El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, Expansión, es decir los grandes se lanzaron a una campaña de presión, que la clase parlamentaria no ha sido capaz de aguantar. Pero, por si el asunto no acaba de aclarase, don Cándido acudió en ayuda de los Polanco, Bergareche, etc., para amenazar con la persecución de los fiscales.

Por otra parte, cada vez está más claro que los editores quieren encarecer el servicio de clipping, monopolizarlo y centralizarlo en la central de medios Mediaplanning, propietario de Acceso y dirigida pro Leopoldo Rodés, hombre de los March y de Polanco y consejero de Sogecable. En sus manos, el monopolio Gedeprensa puede respirar tranquilo.