Por la mínima. Hasta la madrugada del martes tuvo que esperar Romano Prodi para cantar victoria frente a Silvio Berlusconi. Recuento de infarto y victoria mínima, que no asegura una mayoría parlamentaria pero que basta para provocar el cambio en Italia. De Prodi puede esperarse más europeísmo, menor alianza con Washington y, atención, una presión fuerte por parte de los grupos de extrema izquierda.

Para muchos, el estilo bronco de Berlusconi, que llegó al llamar gilipollas a quien no le votara, ha marcado la mínima diferencia existente.

Lo que sí parece claro es que el futuro político de Berluconi está en entredicho. Dirige una coalición no muy bien avenida y ha perdido el poder y la posibilidad de repartir juego entre sus allegados. Ahora le queda su faceta de empresario.