Tiene toda la razón el premier israelí, Benjamín Netanyahu: los musulmanes no atacan a Occidente para apoyar a Israel sino que atacan a Israel porque los judíos son occidentales y Occidente -esto ya es mío- significa la sacralización de la persona -por ser hija de Dios, no lo olvidemos- o, si lo prefieren: Occidente es el mundo donde el hombre se antepone a la humanidad, un principio perfectamente compatible, incuso complementario con el de la supremacía del bien común sobre el bien individual.

 

Sí, los musulmanes, aunque monoteístas, son orientales, donde la colectividad es más importante que el individuo, pero el enemigo de Occidente no es el Islam -o, al menos, no es el más importante-, el principal enemigo del mundo libre son los propios occidentales, empeñados en flagelarse.

No hablamos de homicidio sino de suicidio de Occidente. Estoy dispuesto a conceder que Estados Unidos es hoy más occidental que la Europa que lo forjó, heredera del tridente Jerusalén-Atenas-Roma. Pero cuando Estados Unidos se vuelca, como lo hace Obama con el aborto, entonces todo vestigio de Occidente y de libertad desaparece. Y lo mismo cuando Occidente reniega del Cristianismo o lo ataca con sadismo: porque Occidente, les guste o no, es un producto del Cristianismo.

Por lo demás, Netanyahu tiene razón.

Eulogio López

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