Sr. Director:
El impresionante acto que representó la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII el pasado mes de abril, vuelve a plantear la gran cuestión de la santidad a la que estamos todos llamados dentro de nuestras circunstancias cotidianas.

Estos dos papas han sido dos gigantes de la historia contemporánea, que han removido la conciencia de la propia Iglesia y del mundo. Pero el núcleo de la santidad, hace unos meses proclamada, no ha consistido en sus decisiones de gobierno.

Ha consistido en no haber tenido miedo a la vocación recibida y haber sido fieles durante toda su vida, aceptando con  alegría la voluntad de Dios.

Los dos papas ahora santos asumieron con tanta humildad como entusiasmo su responsabilidad como cristianos, una tarea que compete de igual modo a cada creyente, viva donde viva y sea cual fuere su situación y estado.

Jaume Catalán Díaz