Esto de no creer en Dios tiene el enorme problema de que finalmente uno acaba creyéndose dios. Es lo que parece que les ocurre a los miembros del Gobierno. Porque la vicepresidenta señala a sus íntimos estar convencida que la posición comprometida de España es la correcta y señala con dureza que quienes se equivocan son los demás países europeos.

Y no sólo eso, sino que De la Vega está convencida de que será España quien solucione el conflicto gracias a la vía directa que el ministro Moratinos mantiene con la ministra de Exteriores israelí. ¿Y el problema con el embajador israelí que afirma que las relaciones no se encuentran en su mejor momento? Eso debe de ser pecata minuta. Israel tiene un grave problema de imagen, señala De la Vega. Vale. Aceptamos pulpo como animal de compañía.