El partido que gobierna el sur del país indica que ya han votado más del 60% de los electores

 

En caso de victoria, obtendrían la independencia.

Tras más de 50 años de conflicto, y como consecuencia de unas fronteras hechas con escuadra y cartabón, el sur del Sudán lleva votando una semana (las urnas se cierran el domingo) para saber si se independiza del norte del país.

Las crisis del Darfur trajeron a Sudán a la primera plana de los medios, aunque los conflictos armados ya existían desde 1959, y la intervención de la ONU permitió un acuerdo entre el régimen del presidente Omar El-Bashir y los rebeldes sureños. El problema, principalmente religioso, se ha ido convirtiendo en económico, con tintes humanitarios. Millones de personas han sido desplazadas y el hambre ha matado a miles de ellas, sin importar en ningún momento al presidente. El petróleo ha sido uno de los motivos de la continuidad de la guerra (el sur es rico en yacimientos). Pero la causa principal es religiosa, ya que el norte es predominantemente musulmán, mientras el sur es animista y cristiano. Esa mezcla de elementos ha llevado a este conflicto que dura 60 años.

Ahora parece que puede tener una posible solución si el sur del país se separa del norte, aunque se teme que las consecuencias pueden ser desastrosas a nivel humanitario ya que el sur, como consecuencia de la guerra, no está preparado para gobernarse. Además, desde Occidente se teme que esta ruptura en el actual mapa africano conlleve nuevas divisiones (más naturales, por cierto), que las que se hicieron en el Tratado de Berlín, allá por el siglo XIX.

Para que se lleve a cabo la escisión, tiene que haber una participación superior al 60% de los electores (el partido gobernante en el sur ya lo ha confirmado) y que se apruebe la resolución. Habrá que esperar que esta escisión sea para bien y no es peor el remedio que la enfermedad.

Juan María Piñero

juanmaria@hispanidad.com