Lo que mueve el mundo es el dinero. Es una frase originalísima, extraordinariamente novedosa, que he vuelto a escuchar con motivo de la contra-OPA de la alemana E.ON sobre Endesa. El argumentativo ejemplo podría definirse así: E.ON ofrece a los accionistas 27,5 euros por acción (la verdad es que lo que ofrece realmente es 25,1, descontado el dividendo de 2,4 euros), mientras Gas Natural se quedó en los 21,30 euros y sólo un tercio en metálico. Los partidarios de la teoría pecuniaria, consideran que no hay más que hablar: ni de interés nacional, ni de condiciones de pago, ni de futuro de consumidores y trabajadores ni de ninguna otra cosa. El accionistas sólo escucha la voz del dinero y, como recordara el presidente de E.ON, doctor Wulf H. Bernotat, más del 50% de los accionistas de Endesa son norteamericanos, a los que el suministro energético de un país llamado España, que no todos sabrían ubicar en el mapa, los dos únicos parámetros que tienen en su mente son esos: 27,5 frente a 21,3; ganador: E.ON, por goleada. Y el que no piense así, es que es un ingenuo.

No entremos en el terreno de la ética. Es decir, no juzguemos a quien considera que el dinero es lo único importante, lo que mueve los mercados, lo que mueve los países, lo que mueve, en definitiva, al hombre. Tampoco nos preguntamos si es patriótico o no es patriótico dejar una empresa estratégica en manos foráneas. Dicho de otra forma: no nos preguntemos si es bueno o malo. Preguntémonos si es verdadero o falso. Empezando por el final: yo creo que es más falso que un euro de de 50 centavos de dólar. Tomemos el ejemplo del presidente de Endesa, Manuel Pizarro, muñidor de la operación. Manuel Pizarro es un hombre que ha sabido hacer fortuna. La venta de Iberagentes le reportó unas plusvalías que le permitieron seguir ejerciendo lo que a él más le gusta: lo que podríamos llamar la diplomacia económica, como presidente de las Cajas de ahorros españolas, de Ibercaja, vicepresidente de la Bolsa, presidente de las Sociedad Iberoamérica de Mercados de valores y siga usted contando. Desde Ibercaja se había convertido en un verdadero mecenas cultural para su tierra, Aragón, y los dirigentes del partido Popular escuchaban con agrado sus ideas. Era, sin duda el empresario más influyente. Luego fue elevado a la Presidencia de Endesa, y, días antes de la OPA de Gas Natural con toda honradez, estoy convencido, que ni tan siquiera la CNMV se atrevió a abrirle expediente- había comprado un paquete de acciones que le proporcionarán una espléndida plusvalía triunfe la OPA de Gas Natural o la de E.ON.

Por tanto, lo que menos le importa a Manuel Pizarro es el dinero. Le pesa mucho más el resquemor de haberse sentido engañado por La Caixa y por Iberdrola, y ha reaccionado por la tremenda: se nos ha vuelto ultraliberal y ha decidido que antes que a un catalán se lo entrega a un alemán. Es decir, el resentimiento o, si lo prefieren, el orgullo herido, ha sido un detonante mucho más importante que el dinero.

Por lo demás, la gente no quiere el poder para obtener dinero. Al menos no todos, sólo los corruptos más pedestres y vulgares. Por lo general, la gente quiere dinero para obtener pode. El poder supone ser respetado hasta el punto de inspirar temor y de poseer capacidad de infligir dolor, no por crueldad primaria, sino por la sensación de cualquier ofensa recibida puede ser satisfecha con una venganza (no olvidemos que el resentimiento es la pasión más peligrosa y duradera del hombre).

No, el dinero no mueve el mundo. Pensar esto no es ingenuidad: es sentido común. Hay vicios mucho peores que el de la ambición.

Además, de cuando en cuando, el mundo lo mueven las virtudes y no los defectos de cada cual. Rarezas de la vida.

Eulogio López