En los comentarios sobre el famoso Desayuno de oración me ha gustado mucho más la rojísima radical Pilar Rahola, en La Vanguardia, que mi amigo el moderado Gustavo de Arístegui.

Gustavo exalta en TVE la tolerancia, mientras Rahola exige coherencia a ZP.

Más que tolerante, pienso, con Rahola, que el desayuno era una burla y la presencia de Zapatero, así como sus palabras, un fraude. Insisto, como insiste Rahola: ¿a qué Dios rezaban?. O, como expresó en su genial tontuna el propio ZP: ¿el Dios del Evangelio?. Es lo malo que tiene no creer en Dios, que se acaba creyendo en cualquier cosa. Por ejemplo, en una panoplia de dioses, que es lo mismo que decir que no se cree en verdades absolutas: si es verdad ha de ser absoluta y si no, no es verdad.

La tolerancia, Gustavo, es muy poquita cosa. Significa que hay que soportar al disidente: ¡sólo faltaba! El respeto es un paso. Es ver la parte de verdad que puede haber en lo que dice, hace y piensa el adversario.

Lo de Washington me parece una falta de respeto a Dios. Al único Dios, porque para eso es Dios.

Eulogio López                       

eulogio@hispanidad.com