• Su papel es equiparable al del antiguo fondo de garantía agraria: un silo en el que se almacenan excedentes con la finalidad de que no salgan al mercado y sostener sus valores de mercado.
  • Lo atestiguan las declaraciones del director de activos del banco malo: la SAREB apuesta ahora por el alquiler como modo de mantener los activos en cartera hasta que las cosas mejoren.
  • En otras palabras: no van a vender los inmuebles a cualquier precio.
  • Contrasta con la situación de multitud de empresas que han tenido que vender sus activos a cualquier precio o han pedido a sus accionistas que pongan más dinero.
  • La SAREB evitó ambas cosas: a muchas entidades vender a cualquier precio o a sus accionistas, o posibles accionistas en el caso de las reconvertidas cajas de ahorros, poner dinero.
  • El dinero, casi el 50%, lo ha puesto el Estado, esto es, el contribuyente, y algo más de la mitad, entidades permeables a la presión política.
  • Lo más probable es que los accionistas del banco malo ganen dinero aunque no compensarán la inversión realizada.
  • Pero no les importa mientras el banco malo controle el mercado inmobiliario.

La SAREB, el banco peor, está demasiado en los medios. A sus responsables e ideólogos les gustaría que estuviera menos, pero eso es lo que pasa cuando utiliza dinero público, aunque sea en parte, para ayudar a un sector determinado cuando la crisis es general. A la gente le cuesta entenderlo y, además, quiere saber qué está pasando con su dinero.

Recientemente ha dimitido el número dos de la institución. Otro responsable acusa a los medios de falta de empatía. La verdad es que es difícil empatizar con una institución que no se dedica precisamente a ayudar al menesteroso, sino a evitar una mayor caída de los precios de los inmuebles para que los bancos no sufran aún más de lo que ya lo han hecho por este motivo.

En Hispanidad ya hemos dicho anteriormente, y muchas veces, que la SAREB es algo así como el antiguo fondo de garantía agraria: un silo en el que se almacenan excedentes con la finalidad de que no salgan al mercado los mismos y sostener sus valores de mercado. Una forma de reducir oferta cuando esta es muy abundante. Luego se van sacando dichos excedentes del silo poquito a poco -a lo largo de quince años es el plan de la entidad- y de ese modo los productores, que decía la verborrea del Régimen como recordarán, no experimentan las pérdidas, que se transfieren a la comunidad.

La prueba más grande de lo que decimos son las declaraciones del señor Barba, director de activos de la SAREB, cuando afirma que su institución apuesta ahora por el alquiler como modo de mantener los activos en cartera hasta que las cosas mejoren porque no van a vender los inmuebles a cualquier precio. Eso sólo demuestra que no saben lo que es el mercado o, mejor dicho, que saben demasiado bien lo que es y no les gusta. Una prueba más: los responsables de la SAREB se quejaban amargamente esta semana, además, de estar muy presionados por los resultados. ¡Sean ustedes machos! No pueden jugar en primera división, y lo digo por los sueldos y medios que se han puesto a su disposición, y quejarse de las patadas en los tobillos.

Tenemos en España multitud de empresas en situación delicada o ya directamente concursal que se han visto forzadas a vender sus activos a cualquier precio. Los problemas del sobre endeudamiento siempre se atajan del mismo modo: si la diferencia entre tus ingresos y gastos corrientes no te da para afrontar tu deuda, tienes que vender algo para reducir deuda. Comienzas por aquello a lo que puedas renunciar sin afectar a tu capacidad y si no es suficiente continúas vendiendo o le pides a tus accionistas que te den dinero para reducir deuda.

Si los accionistas te lo dan saben que es para obtener un muy magro resultado, pero ellos verán por qué lo hacen, al menos durante una buena temporada. La sociedad que preside Belén Romana (en la imagen) evitó a muchas entidades vender a cualquier precio o a sus accionistas, o posibles accionistas en el caso de las reconvertidas cajas de ahorros, poner dinero.

El dinero lo ha puesto casi al 50% el Estado y algunas entidades permeables a la presión política a través de la entidad interpuesta que está sosteniendo los precios: la SAREB. Estas últimas le han hecho un favor al primero, pues así la deuda emitida por el banco no suma como deuda pública. Los accionistas de SAREB es muy posible que ganen dinero, pero también es muy posible que el beneficio obtenido no compense la inversión practicada. En el caso de los accionistas privados, el interés está en otro sitio: el control del mercado inmobiliario mientras ellos deshacen sus carteras.

Rodrigo de Silos

rodrigode@hispanidad.com