Es la gran asignatura pendiente. El déficit exterior se duplicó en el 2003 y camina por repetir la duplicación, situándonos en el peor dato de la historia desde que existen estadísticas oficiales. Y la situación no mejora: en el primer semestre del año, el déficit comercial se elevó hasta los 36.273,1 millones de euros, un 36% más que en el mismo periodo del año anterior. Las exportaciones crecieron tan sólo un 3,8% frente al trepidante ritmo de las importaciones que treparon un 12,4%.

La demanda interna va como un tiro, la recaudación por IVA subió un 21,7%, pero la mitad de ese incremento obedece a compras externas. Es decir, compramos fuera lo que no somos capaces de producir dentro debido a nuestra escasa productividad. Perdemos tasas alarmantes de productividad y competitividad sin tener posibilidad de recurrir a la devaluación de la moneda que era la fórmula tradicional con la que la economía española ha solucionado sus problemas estructurales de déficit comercial y pérdida de competitividad. Y lo peor de todo es que el gobierno sigue mirando los toros desde la barrera.