El Defensor del Lector de El país continúa mofándose de los católicos

El pasado domingo, el Defensor del Lector de El País, José Miguel Larraya, volvía a mofarse de los sentimientos religiosos de los españoles en un artículo titulado "Un relente de fanatismo"). La columna contenía frases sacadas de contexto de una carta al director (no al defensor del lector) dirigida por el abogado catalán Jorge Mira.

El Sr. Larraya mezcla a los católicos ofendidos, con la COPE, las novelas de templarios y el Concordato Iglesia-Estado. Y claro, no es lo mismo. Y sigue sin disculparse, porque –afirma- no goza de sensibilidad para saber si el asunto puede dañar a la grey católica. Sí tiene en cambio sensibilidad para afirmar que los comentarios de los católicos ofendidos por la burla a su fe rozan el fanatismo. A eso se le llama simetría. Así se convierte en el azote de los católicos en lugar de en defensor de los lectores. Porque una cosa es defender a los lectores y otra bien distinta, defender la línea laicista del periódico, cometido para el que ya tienen a muchos redactores y columnistas.

Publicamos a continuación la carta remitida este domingo por Jorge Mira al Defensor del Lector de El País.

Estimado Responsable de la sección de Cartas de los Lectores y estimado y nunca bien ponderado Sr. Larraya, Defensor del lector de dicho diario:

Llevo un tiempo leyendo más a menudo El País y enviando, de tanto en tanto, alguna carta al Director (sección cartas de los lectores), agradeciendo que alguna haya sido publicada. Hace no mucho envié, una vez más, una carta a dicha sección, manifestando mi decepción con la figura del Defensor del lector de dicho medio de comunicación. La carta era ésta:

Carta abierta al Defensor del lector de El País

Sr. Larraya:

He leído su columna relativa a las faltas de ortografía y a los Obispos. Quiero preguntarle porqué aprovecha su columna, Usted que es el "defensor del lector", para continuar con la burla de los obispos y, a la postre, de los que somos católicos. Y es que una cosa lleva a la otra. Cuando usted –supuesto defensor del lector- da cancha en su columna al humorista Carlos Matera para seguir ironizando y burlándose de los Obispos y de la Iglesia, los católicos nos sentimos ofendidos. Es fácil de entender. ¿Cómo se sentiría Usted si quién debe velar por sus intereses, Sr. Larraya, se ríe, pongamos, de su madre? Seguramente mal. Ya lo dice el refrán, "zapatero a tus zapatos". Humoristas tiene El País. Así que mucho mejor si Usted se ocupa de defender al lector Sr. Larraya y no de ofenderlo. Si Matera comete faltas de ortografía de parvulario, que apechugue con ello. Muchas gracias y gracias a El País por darme un espacio para defenderme del Defensor del lector.

Jorge Mira Vallet, Barcelona

Algo va mal cuando yo escribo únicamente a la sección de Cartas de los lectores y mi carta va a parar a manos del Defensor del lector, justo aquél cuya profesionalidad cuestiono. Éste, con mi carta en su poder, coge un par de frases de la misma para en su columna del domingo continuar mofándose de los católicos, todo ello bajo el muy cariñoso título Un relente de fanatismo

De entrada, rogaría al responsable de "Cartas de los lectores" que publique la presente carta –íntegra- en la sección a la que iba dirigida. Entiéndase, por favor, como un derecho de rectificación, pues no es de recibo que utilicen mis comentarios como y donde mejor les convenga a Ustedes. En ningún momento me hubiera dirigido yo al Sr. Larrea, pues no parece persona dada a rectificar ni a escuchar al que no piensa como él. Buena muestra de ello es que hoy, tras una pretendida rectificación para la galería, vuelve a arremeter contra los católicos, mezclando al mismo tiempo a católicos ofendidos, a la Cope, a las novelas cutres en boga de templarios y demás, al FANATISMO, y al Concordato Iglesia- Estado español. Para Larrea todo viene a ser lo mismo. Algo acongojante para una persona que esté libre de prejuicios. Y, mientras mezcla churras con merinas, aprovecha nuestro curioso "Defensor" para soltarnos una moralina, convenientemente condimentada con su habitual ironía, cierto sarcasmo y, también, pedantería.

Algo va mal cuando el defensor del lector en vez de procurar ser un defensor de todos (sean de la ideología que sean) es un defensor de sus particulares opiniones o de los demás profesionales del medio. En tal caso, más bien podría pasar a ser el Defensor de los Profesionales de El País, que por lo visto no se bastan por sí solos.

Ante esta situación, quedan dos opciones. Dejar de leer El País, aceptando que en este diario los lectores no solo no tienen libertad de expresión sino que sus comentarios son manipulados y pervertidos a gusto de su Defensor, que poco tiene de Defensor y mucho de Ofensor. ¿Quién es el fanático, Sr. Larrea?. No vaya a ser que sea Usted, que no puede reprimirse y cumplir con su cometido de Defensor e irremediablemente utiliza su columna para arremeter –erre que erre- con aquellos que no comparten su particular ideario o religión. ¿No es eso fanatismo, Sr. Larrea, cuidadosamente presentado a sus lectores?

La otra opción –la mía- es confiar en el sentido común de los responsables de El País y del propio Larrea, publicando el texto completo de la presente.

Espero poder seguir confiando en la profesionalidad de El País. Muchas gracias.

Jorge Mira Vallet

PD: Incluyo copia oculta del presente correo electrónico a mi libreta de contactos, pues algunos me han llamado preguntandome por la columna donde hoy se me cita. Aquí tienen la explicación completa de este desaguisado. Es bueno que corra este correo por la red, amigos, para que todos podamos estar atentos a la pluralidad de El País. Veremos qué pasa...