Un importante periodista cristiano no cristiano importante, sino periodista importante, que no es exactamente lo mismo- me pide que no confunda los términos en los que se expresa el arzobispo de Toledo, Monseñor Cañizares, cuando insiste en que la unidad de España es un bien moral. Según mi colega y sin embargo amigo, el objetivo de Monseñor Cañizares no es político, sino religioso. En pocas palabras, el Primado de España está convencido, aunque naturalmente debe guardarse de decirlo en público, de que el nacionalismo catalán está destruyendo no España, sino la moral cristiana catalana, como en su momento el nacionalismo vasco, con su carácter exclusivista y medio lelo, nació en las sacristías y ahora vive en el anticristianismo y anticlericalismo permanente.

Y en parte tiene razón. Siempre he considerado que el nacionalismo es propio de mentecatos, que como no piensan nada se ven obligados a ser algo, o al menos afiliarse a algo. Sin embargo, tengo muy claro que no se puede identificar nacionalismo con anticlericalismo.

O al menos eso pensaba hasta caer en mis manos una de esas entrevistas periodísticas que te sacuden como un calcetín recién sacado de la lavadora (como pueden ver por mis brillantes metáforas, cada día estoy más concienciado con eso de la conciliación de la vida laboral y familiar), la publicada por El Periódico de Cataluña con el ex cura etarra Fernando Arburúa Ipparraguirre, que como natural de Zugarramurdi población navarra donde se celebraba el más afamado congreso de brujas, ha conseguido matrimoniar los votos perpetuos con el asesinato perpetuo.

Párroco de un templo donostiarra (San José Obrero, parroquia del barrio de Alza- nuestro mosén afortunadamente ya ex fraile, aunque no debemos olvidar que el sacerdocio imprime carácter- entró un mañana de enero de 1979 en el bar Herrería de Irán en compañía de un buen amigo, el etarra Marcos Olaizola, y le pegó un tiro al guardia civil qué menos si era guardia civil- Félix de Diego. Como la pistola se le encasquilló, el padre Arburúa decidió rematarle con otros seis tiros.

Al chavalote no le gusta hablar de ello, porque es modesto. Se pasó 23 años en prisión y hoy, en un barrio de San Sebastián, probablemente cercano a la vivienda de la viuda, nos asegura que no se arrepiente de nada. Hombre, que un cura se meta a asesino a mí no me extraña lo más mínimo. Es más, lo veo lógico. Desde Cicerón, que no era santo, sino sabio, hasta aquí sabemos que la corrupción de lo mejor es lo peor. Por tanto, los peores asesinatos se cometen al lado del altar. Es más, las barbaridades de los ministros de Dios, lo único que demuestran es que el sacerdocio es una de las categorías más egregias que puede alcanzar el ser humano. Por eso, la degradación de lo más grande conduce a lo más horrible. Hasta ahí, todo correcto. Lo lógico es que el ex padre Arburúa no se arrepienta de nada.

Ahora bien, si el cura rebotado suele ser el más insigne canalla y tuercebotas del Reino, si encima abandonó su vocación, y sobre todo su piedad, por una causa tan chorra como la independencia de Euskadi, entonces no nos encontramos con un consumado canalla sino con un rematado cantamañanas.

Observen los argumentos del susodicho.: asegura que gracias al compromiso de gente como él ha sido posible el alto el fuego de ETA. Lo cual tiene toda la lógica del demente: en efecto, si ETA no se hubiera dedicado a matar, ahora, 40 años después, no tendría ningún sentido que declarara una tregua permanente. Lógica perfecta, estupidez supina.

Más chorradas: A nadie le gusta matar. No he conocido a nadie que disfrute haciéndolo. Es el concepto progre-masoquista: como no me gusta hacerlo, no soy culpable de lo que hago. Los abortistas practican el mismo tipo de argumento chiflad a ninguna mujer le gusta abortar, afirman como si eso las justificara.

E insiste el Arburúa: En una lucha como la nuestra tampoco hay espacio para el remordimiento. Entre otras cosas, porque como tengas remordimientos es posible que te asesinen tus propios compañeros, bajo la acusación sumaria de desertor.

Y claro, como no hay remordimiento, en las mismas circunstancias, volvería a entrar en ETA.

Pero el muchacho, no se vayan a creer, también tiene sentimientos: En estos procesos siempre mueren inocentes. Son, por así decirlo, los inevitables daños colaterales.

Y más: Solicité el máximo compromiso en la organización armada. Merecía la pena hacer algo por este país. Y vaya sí lo hizo. Es sabido que los votos exigen mucho compromiso. Que en lugar de con el amor de Cristo sea con una organización terrorista (por cierto, se cuida muy mucho de mencionar este término) es lo de menos.

Sí, a lo mejor debo releer a Monseñor Cañizares.Si su miedo es a que la Iglesia catalana cierra los ojos ante el surgimiento de algo parecido a esto (esto es el cura Arburúa), bueno, entonces estoy dispuesto a repensar el asunto.

Por cierto, el entrevistador de El Periódico evita cuidadosamente hacer juicios de valor sobre las palabras que recoge. Es lo que conviene en estos momentos: prudencia, mucha prudencia. Es el mismo periódico que injuria un día tras otro a la Iglesia. Quizás porque los curas normales son gente que se compromete poco con las organizaciones armadas.

Eulogio López