No a los anuncios de prostitución, no los anuncios de aborto. Es estupendo que el señor Zapatero prohíba los anuncios de prostitución en la prensa. El diario La Razón enarboló esa bandera y hay que felicitarle, también, por la medida. En efecto, no se puede jugar con la dignidad de la mujer ni se puede vender el cuerpo por dinero.

Dicho esto...

El cuerpo no se puede vender... ni tampoco regalar. No se puede animar a los jovencitos y jovencitas a degradar su propio cuerpo ayuntándose o tomando por el ano, que de todo hay en el universo de la libre opción cular- sin compromiso alguno.

La progresía, por ejemplo ZP; ha sido imbuida, y ha imbuido, de una de las premisas más perniciosa que imaginarse pueda: la separación entre sexo y amor. No hombre no: entre un hombre y una mujer que yacen juntos se establece una relación tan importante, tan intensa que debe ser eternamente disfrutada o eternamente soportada. A partir de ese principio pueden ustedes colocar los matices y excepciones que quieran, pero se trata justamente de eso.

Y ese principio no lo impone la moral sino la realidad. Por eso, los progres, una vez `promulgado el refocile general (global, quería decir), corren a hablar de sexo seguro: porque cuando se convive surge el niño. El niño es el premio del sexo pero la progresía lo ha confundido con el precio del sexo. Sin compromiso, sin entrega, sin donación de uno mismo, en resumen, sin amor, el sexo se convierte en una mera contraprestación, sea con dinero o sin él,  porque estamos hablando de una utilización recíproca, de él por ella y de ella por él, hablamos, en suma, de una cosificación de la persona. Y defraudar a la vida es aún más peligroso, y más grave, que defraudar al Fisco.

Por eso, el mismo ZP, o Rajoy, porque a esos efectos... que suprime los anuncios de prostitución de las páginas de la prensa (por cierto, los más beneficiados en España son el diario progre-socialista El País y el diario progre-popular El Mundo) prohíben los anuncios en prensa al tiempo que promocionan la píldora del día después. Bueno, y Gallardón se las regala.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com