El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, señaló recientemente que la Generalitat es Estado. De esta forma, trataba de argumentar que las labores realizadas por la Generalitat las hace en función de la representación del Estado en Cataluña. O dicho de otra manera: el Estado en Cataluña, es la Generalitat. Por tanto, no debe de existir presencia estatal en la comunidad. Esta fue la razón de la supresión de los gobernadores civiles durante la primera legislatura del PP.

El problema de esta afirmación asumida abiertamente por la presidenta del Tribunal Constitucional, Emilia Casas Baamonde, es en primer lugar que eso exige que las CCAA se comporten con lealtad. Y desde luego no parece leal a la Constitución reformar un estatuto de autonomía que sobrepasa los límites de la Carta Magna.

Pero es que, además, asumir que la Generalitat es Estado presupone asumir que nuestro Estado está configurado conforme a un modelo federal. Y nuestro estado no es federal, sino autonómico, o compuesto, como es moda decir ahora. Es decir, el Estado sigue existiendo y es algo más que la mera suma de las partes.

Por si fuera poco, Baamonde tampoco ha tenido problema defender que en los conflictos del Título VIII se hace camino al andar como señala el presidente del Consejo de Estado, Rafael Rubio Llorente. Nosotros mismos hemos ido haciendo camino al andar desde el momento en que hemos tenido que ir desarrollando un Título VIII que el constituyente dejó en esqueleto, afirmó en la mañana de este martes la presidenta del TC. Hemos tenido que definir lo que era básico y lo que no lo era, haciendo equilibrios entre el desarrollo autonómico y el mantenimiento de la unidad.