Vatican Insider me informa de la presentación en el Vaticano de un libro conjunto, sobre la Normalización de la Teología de la Liberación, coordinado por el prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Ludwig Müller, sobre la teología de la liberación.

Observen la foto: el nuevo cardenal, alemán él, esto es, del país que financió la teología de la liberación en Iberoamérica, ataviado con un poncho, uno de los iconos del indigenismo marxista iberoamericano, junto a Gustavo Gutiérrez, el fundador de la corriente teológica, y miembros de la cúpula vaticana, alabando al héroe Gutiérrez del que trascribimos algunas de sus lindezas teológicas sobre las que siempre se negó a dar marcha atrás.

Para entendernos, Juan Pablo II condenó la teología de la liberación, Benedicto XVI también, pero ahora el segundo de Benedicto en la Sagrada Congregación, cardenal Müller, gran amigo de otro alemán -¡Ah, del poder germano en el Vaticano!-, el prefecto de la Casa Pontificia, es decir, el hombre más próximo a Francisco y, al mismo tiempo, está pluriempleado, secretario del Papa emérito Benedicto XVI. Hablo de Georg Gänswein.

Müller aparece acompañado de otros miembros de la cúpula vaticina, como el cardenal Madariaga, miembro del G-8, para arropar a Gutiérrez. Dicen que están con él a muerte y le convierten en la estrella invitada de un libro que coordina el Prefecto del Santo Oficio y que prologa el propio Papa Francisco. Para mí que va a haber que explicar el cambio al llamado pueblo llano. Porque, ¿se puede acoger y relanzar a Gutiérrez en marzo y canonizar a Juan Pablo II en abril

Lo reconozco, monseñor Müller me sorprende: primero da una de cal dejando claro que los divorciados y vueltos a emparentar con una prójima no pueden acceder a la Eucaristía. Luego alguien dice algo en contra y Müller responde que él no es el guardián de la ortodoxia. ¿Entonces qué es

Luego viene la de arena: la famosa carta del Nuncio en Estados Unidos, donde, invocando al cardenal Müller en una tercera derivada, y prohibiendo a un vidente de Medjugorje (por cierto, ¿para cuándo la resolución sobre las apariciones de Bosnia-Croacia) que hable en templos o dependencias de la Iglesia en USA. A Gutiérrez se le homenajea y a los profetas (ya saben que no me gusta lo de 'videntes') se les niega hasta la entrada

En cualquier caso, no quiero convertirme en vaticanista. Lo que me preocupa no son las personas sino las ideas, es decir, el Magisterio. La Iglesia no es un organismo de poder, aunque su influencia sea grande, sino la guardiana del Magisterio. Y así, no me preocupa quién manda en el Vaticano; lo que me preocupa es que se hurgue en los dos temas más candentes de la teología actual ni en el tema más candente de la sociedad actual. Este último es el derecho a la vida; los dos primeros son la Eucaristía y la Gloriosa, que diría el maestro Gonzalo de Berceo: es decir, la Virgen María. Porque si se tocan esos dos asuntos entonces se hará realidad el cisma, con la falsa iglesia frente a la Iglesia doméstica... que es lo que ahora mismo más debería temer cualquier cristiano... salvo los vaticanistas.

Por lo demás, todo está en orden. Sólo espero que el poncho del cardenal Müller no sea poncho sino tilma: la tilma de Juan Diego.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com