El Mr. Bean español, es decir, don José Luis Rodríguez Zapatero, prosigue su campaña caca, culo, pedo, pis, esto es, progresismo de 18 quilates. Divorcio, bodas gay y ahora clonación: bebé-medicamento, es decir, niños-objeto, personas-cosa. Es la reforma de la fecundación in vitro (FIV), origen de la gran matanza de embriones humanos que produciendo en el mundo. Hitler no hubiera soñado con experimentos de tanto fuste como el que hoy perpetran nuestros prestigiosos científicos (PCs): produzca usted un hijo porque a lo mejor necesitamos de sus miembros (perdón, células) para curar a otro. En esta vida hay que preverlo todo.

Todo el andamiaje de Mr Bean, ignorante, insensato y maliciosos, como creo haber dicho en alguna ocasión, se apoya en tantas deserciones (deserciones de la verdad) de moralistas y científicos, algunos autocalificados de cristianos. Es más, toda la política del caca-culo-pedo-pis, se apoya en la falacia del más famoso y encumbrado entre los prestigiosos PCs, verdaderos homicidas de bata blanca, que pululan por España: Bernat Soria.

Fíjense si el PC Bernat tendrá prestigio que su última conferencia fue pronunciada en Fundación Santander Central Hispano, que financia el señor Botín y presiden d. José María Amusátegui. Nada que extrañar: toda la edad moderna, toda la modernidad, ha sido una plutocracia, una aristocracia mercantil primero y financiera después, que ha consagrado la tiranía de los ricos aún en las democracias, y nadie debe extrañarse de que el primer poder político de España, el PSOE, se lleve a la mil maravillas con el poder económico, Emilio Botín, y que incluso le eche una mano en todos sus problemillas con la justicia.

Pues bien, la alocución de Bernat Soria se compuso de dos elementos: por un lado, ahora que ha conseguido utilizar embriones humanos como cobayas, se ha apresurado a aclarar que no deben esperarse grandes resultados a corto plazo y que, se debe investigar tanto con células madre embrionarias como con células madre adultas (entonces, ¿para qué quería los embriones). Con un cinismo propio del personaje, nuestro prestigioso científico no aclara que los éxitos de las terapias con células madres (últimamente los norteamericanos investigan con células de placentas y cordón umbilical, sin matar a nadie) se jalean más que los obtenidos con células adultas. Una denuncia muy cierta, porque los únicos éxitos que se han conseguido son, precisamente, con células adultas.

Pero la filosofía de toda la política de Mr. Bean se apoya, como siempre, en una chorrada, en un atentado contra el sentido común. Vean ustedes lo que dice don Bernat en la susodicha conferencia: Yo nunca diré que el embrión no tiene valor moral, y más cuando es parte del afán reproductivo de una pareja.

Verás, Bernat, prenda, hasta el panadero de la esquina podría explicarte que las personas no tienen valor moral, lo que tienen es valor, sin apellido. La moralidad comienza cuando entra en escena el sujeto que trata con ese embrión, con esa persona: si le respeta, su actitud será moral, si no, inmoral. Es decir que el embrión no tiene valor moral, sino valor a secas, y que el que no tienes moral eres tú, que te dedicas a destripar embriones. El embrión tiene un valor no moral, sino total, porque es una persona. Por eso no puede ser nunca un medio, que es en lo que tú le has convertido, o en lo que pretende convertirte el Gobierno de Mr Bean. El hombre nunca es medio para nada. Su dignidad así lo exige: el hombre siempre es un fin en sí mismo.

Otrosí: el mismo panadero podría aclararte que el valor de un embrión no radica en el afán reproductivo de sus padres, de la misma manera, que tú, Bernat, (sí, incluso tú) mereces respeto, no por el afán reproductivo de Papá Soria y de la señora de Soria, sino por ti mismo. Más que nada, porque, si fuera como dices, cuando tus padres y su afán reproductivo hubieran desaparecido, tú serías suprimible.

También dijo don Bernat que el debate sobre la células madre embrionarias o adultas es social, moral, administrativo o religioso. Esto me suena. Como expresión progresista, resulta equívoca, y sobre todo muy tonta. Puede querer decir que en la comunidad científica no hay debate sobre la materia, lo cual es simplemente falso. Pero también puede querer decir que el debate es moral o religioso, no científico. Ahora bien, los hechos, otra explicación que te podrá ofrecer el precitado Zapatero no son ni morales, ni religiosos ni científicos: son hechos. Es famoso el chiste que hacía Frank Sheed, sobre el científico que conducía una noche acompañado de su sirviente. Éste le advertía de la proximidad de una farola, y el hombre de ciencia le recriminaba:

-A mí no me hable de farolas. Yo soy un científico y me atengo a los hechos científicos.

La historia termina con el científico muerto tras estrellarse contra la farola, que no era un hecho del o más científico... porque era un hecho.

Pero toda esta verborrea, eso sí, en el incomparable marco de la Fundación Santander Central Hispano, es en la que se apoya nuestros prestigiosos científicos y nuestros más o menos prestigiosos políticos. Todo por no escuchar al pandero, que es la voz del pueblo, es decir, la voz del sentido común, que al parecer habla un lenguaje que la plutocracia, política, económica y científica, ha dejado de entender.

De siempre hemos contado con  políticos y banqueros ignorantes: ahora contamos con científicos ignorantes. Esto marcha.

Eulogio López