Soy tan feliz... El ancianito más encantador del Zapaterismo, el director general de Tráfico, don Pere Navarro -léase Pera- nos acaba de aconsejar que no tomemos el chupito después de la comida. Y lo ha hecho como lo que es, nuestro educador e instructor en las ciencias de la vida, el padre de una nación:

- Se acerca el camarero y le dice ¿Quiere un chupito? Y claro, luego usted da positivo en el control de alcoholemia..

No se si lo cogen, porque la bondad siempre resulta esquiva, inaprensible. Don Pere no desea que usted dé positivo en el control de alcoholemia que él le coloca en la esquina más inesperada. Don Pere lo hace por su bien, por su seguridad. Sí le mete un multazo como una banderilla y, de paso, le mete la mano en su cuenta corriente, pero todo ello, todo, lo hace por nuestro bien., Recuerden: quien bien te quiere, como don Pere, te hará llorar y te hará apochinar, asturianismo éste no recogido por la Real Academia aunque el éxito se espera a cada instante- y que significa eso que está usted pensado: pasta para el erario público. 

Hasta el momento, en nombre de nuestra seguridad, naturalmente, don Pere se había conformado con convertir la conducción por España en una tortura, multiplicando las normas de circulación esas que los argentinos llaman sugerencias... porque no tienen a don Pere- y colaborando con el erario público, tan maltrechos, en estos tiempos aciagos de crisis económica.

Pero ha dado un paso más, asimismo por nuestro bien, que conste: nos va a quitar el chupito, lo que sin duda, mejora la seguridad vial además de nuestra salud. Es decir, los dos pilares de las futuras tiranías que se harán en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad. A cambio de esos dos cristales de colores, los indígenas sacrificaremos nuestra vida y nuestra libertad... y el chupito de orujo.

Y es que la vida segura es como el sexo seguro: cuesta esfuerzo pero, a cambio, resulta un verdadero coñazo.

¡Pero qué grande es don Pere!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com