Cuando los comisarios de la Unión Europea hablan de diversificar las fuentes de energía, están empleando un eufemismo que los no profanos traducen de forma dice en lo siguiente: hay que volver a fomentar la energía nuclear en Europa.

No es un debate europeo, sino mundial. China, Estados Unidos, Alemania, Reino Unido todas las potencias occidentales u orientales están pensando en resucitar la energía nuclear, la única que permite escapar del chantaje de los países productores de petróleo, todos ellos dictaduras o casi dictaduras, que chantajean al mundo libre cuando les convine. Por ejemplo, el poderío islámico está directamente relacionado con el crudo, y Chávez no podría dirigir el mayor proyecto dictatorial del mundo hispano en el último cuarto de siglo : el indigenismo populista, si no fuera por el poder que le ofrece el precio del crudo para exportar la revolución.

El caso francés es muy especial. Nadie necesita convencer, ni a la derecha ni a la izquierda galas, de ser una potencia nuclear. Lo son, quieren seguir siéndolo, y lo único que buscan son clientes, tanto para la energía producida por sus centrales de fisión sino para su nuevo reactor nuclear, verdadero eje de la diplomacia francesa en el momento presente, porque el nuevo reactor nuclear galo compite con los de las multinacionales norteamericanas General Electric y Westinghouse, y se trata de imponerlos a los socios europeos.

En el caso del gas, la situación es peor, dado que el segundo productor del mundo es Irán, un país empeñado en disponer de armas, que no de centrales nucleares propias, dirigido por un fundamentalista capaz de iniciar una guerra nuclear, que no deja de ser un gigantesca y telúrica inmolación colectiva. En definitiva, que trocar el gas por el petróleo como fuente básica de energía para producir electricidad no es un avance, sino un peligroso retroceso hacia el chantaje al mundo libre.

De cualquier modo, el caso Putin, que cortó el suministro a Ucrania, y en cadena a Europa, cuando los ucranianos se negaron a aceptar la propuesta rusa de quintuplicar el precio del combustible.

La situación española no es mejor: dependemos de la argelina, a través del gasoducto del Magreb, que parte de Argelia y atraviesa un país como Marruecos, con el que nos unen los conocidos lazos de profunda fraternidad. El resto, exige el costoso proceso de licuefacción, transporte marítimo y posterior regasificación, así como fortísimas inversión de altísimo riesgo en los mercados internacionales. Un detalle: Repsol participa como accionista destacado (un 20%) en la mayor planta de licuefacción del mundo, en Trinidad y Tobago sólo que el producto de la futura planta estará dirigido en su totalidad al mercado norteamericano, por la sencilla razón de que paga más caro el gas.

Conclusión, Occidente necesita asegurar el suministro energético así como su independencia respecto a dictadores chantajistas con la puesta en marcha de una nueva generación de centrales nucleares. Ocurre que la nuclear es uno de los tópicos de la ecología más tonta y de la progresía más lela, por ejemplo, la que representa el Gobierno Zapatero Y todo ello a pesar de que la energía nuclear es la que no perjudica al calentamiento global, que es el actual lugar común más manoseado por los ecologistas. Es igual, ya decía Einstein que es más fácil romper el átomo que romper un prejuicio. Zapatero sigue empeñado en que no habrá energía nuclear, a pesar de que eso nos convierte en juguete de chantajistas o de franceses, que no está claro qué es peor.

En Bruselas han aprendido la lección rusa, que por ahora es un amago, pero que puede repetirse en el futuro. A partir de ahí, se abre una nueva etapa. Salvo en España, claro, porque a Zapatero, en esto de la energía verde, a ser posible, subvencionada, no hay quien le gane, oiga. Lo malo es que para restaurar la energía nuclear en España exige al menos una década tras tomar la decisión. Y mientras, Zapatero subvenciona energías renovables, las que no aseguran el suministro.

Eulogio López