No se quién está detrás de la página RIES pero, por favor, no se pierdan la excelente selección de noticias que figura en la parte derecha. Viene a confirmar que vivimos en materialista pero pensamos en espiritualismo. Esa selección recuerda la tesis de Chesterton: el enemigo el cristianismo no es el materialismo, tan tosco, tan vulgar, tan inaceptable, sino su opuesto, el panespiritualismo, el panteísmo.

Hoy mismo he leído en la contraportada de La Vanguardia a un entrevistado que asegura no creer en Dios porque Dios está en todas las fuerzas humanas que llevan a hacer el bien, sin que nos explique nuestro teólogo cuál es el bien y cuál el mal.

En cualquier caso, el enemigo de la Iglesia, y con ello del hombre, no es el materialismo porque es una tontería increíble. No se entiende un mundo sin Dios y mucho menos un mundo sin espíritus, dado que el espíritu más sofisticado que puebla el mundo es el hombre. No, el gran enemigo del cristianismo es lo opuesto al materialismo, el panteísmo, lo que 20 años atrás se llamó new age, la figura del Brujo materialista.

Este brujo materialista fue definido, hace ya más de medio siglo, por el británico Clive Lewis en Cartas del diablo a su sobrino, como el hombre que no ama, simplemente adora, lo que él llama fuerzas. Aseguraba Lewis que el brujo materialista ya estaba prefigurado en el psicoanálisis freudiano y en determinadas escuelas y doctrinas hoy las calificaríamos de progresistas, que consideran que Dios está presente en todas las fuerzas humanas que llevan a hacer el bien. Y, por supuesto, cuando uno se convierte en alumno aventajado del brujo materialista no termina en el ateísmo, sino en el satanismo. Y créanme: Satán no es ateo: sabe perfectamente que Dios existe.

Eulogio López

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