Reconozco que desde hace unos años me atraen las películas asiáticas, especialmente las chinas, que saben componer con unos mínimos trazos y una gran sencillez argumentos llenos de belleza y esperanza. No me importa que estén narradas de forma parsimoniosa, que tengan poco diálogo o que los actores sean desconocidos…

Hechas estas afirmaciones tengo que declarar que El bosque del luto me ha parecido la película más pretenciosa y más deprimente de lo visto durante el presente año o, para simplificar, lo más alejado a lo que aprecio del cine oriental. Eso sí, algunos colegas no deben opinar lo mismo porque fue la ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes.

El bosque de luto narra la historia de de Machiko, una joven auxiliar que trabaja en un asilo y la de Shigeki, uno de los ancianos que allí viven. Ambos personajes tienen un lazo común a pesar de su diferencia de edad: viven sumidos en una gran tristeza debido a la pérdida de un ser querido: su hijo, en el caso de Machiko, y su mujer en el caso de Shigeki…

Lo que más me llama la atención de este dramón es que la visión que los orientales tienen del respeto a las personas  mayores debe ser diferente a la que tenemos en Occidente. Porque algunos, con la sinopsis relatada, se harán la composición de que el anciano Shigeki es encantador. Nada más lejos de la realidad, este individuo está enajenado y llega a agredir a la auxiliar.  

Narrada a modo de docudrama, no es casual que su directora, Naomi Kawase, provenga del mundo del documental, El bosque del luto ofrece una visión pobre y pesimista del ser humano.

Para: Los que quieran comprobar cómo se equivocan en algunos Festivales