Podría tratarse en la próxima cumbre del G20

Es sabido que una de las principales causas de la crisis financiera internacional han sido unos incentivos a los gestores desordenados. Sarkozy ha logrado arrancar a la banca francesa un sistema de incentivos que premia al gestor bueno, pero castiga al gestor malo. El problema es doble. En primer lugar, ¿por qué un gobierno debe intervenir en el sistema de retribuciones del sector privado? Y en segundo lugar: ¿qué debe entenderse por un gestor bueno o por un buen resultado?

Probablemente el sistema bueno debería comprender no sólo los resultados de la compañía, sino la valoración bursátil presente y futura (stock options) Una mezcla de estos elementos lograría unos incentivos bien ubicados en una gestión que no sólo sea cortoplacista, sino que piense en la viabilidad de la compañía a largo.

Sarkozy que todavía se cree emperador- aspira a que el modelo sea exportado a Gran Bretaña o Alemania. Y es una buena idea, sólo que el sistema no debe de ir acompañado del poder. Nadie que crea en la libre empresa entendería las razones por las que el poder político decide sobre el sistema de remuneración del sistema financiero.