Rebaja el salario de los funcionarios, congela las pensiones, el gasto farmacéutico, suprime el cheque-bebé -su única medida de fomento de la natalidad-, el mayor problema económico de todo Occidente.

Ahora ya sólo le queda la reforma laboral y, ya metidos en harina, ¿por qué no las cuotas por IVA, el despido libre y la reforma de los convenios? Y todo ello sin la contrapartida de la subida de los salarios más bajos.

La canciller Angela Merkel califica a Zapatero como al Ayatolá. El ayatolá progre, se entiende, y según me cuentan desde Alemania, ha sido ella, interlocutora europea de Obama, quien ha convencido al presidente norteamericano para que abronque al muy progre ZP y le convenza para presentar... lo que ha presentado en la mañana del miércoles en el Congreso de los Diputados.

¿Quién ha recibido con alborozo este Zapatazo de un Ayatolá que se ha quitado el turbante, presionado por Merkel y Obama?    

La bolsa, naturalmente. A los intermediarios financieros lo que les importa es el déficit público y la deuda. Y la bolsa subió tras conocerse las medidas del Gobierno, entre otras cosas porque el inversor bursátil es aquel al que aún le sobra dinero tras cubrir sus necesidades primarias.

A quien no gusta un plan de ajuste es a la generalidad de los españoles, especialmente a pensionistas y empleados públicos.

¿El plan del ayatolá de León era imprescindible? A estas alturas sí, porque la pésima política de ZP ha dejado al erario público sin capacidad de maniobra para cualquier política de corte keynesiano, es decir, para salir de la crisis por la izquierda, con inversión pública. Ahora ya no hay tiempo para aumentar los ingresos, sólo para reducir costes.

Ahora bien, ¿este plan de ajuste nos saca de la crisis? Por supuesto que no. La crisis económica actual está provocada por la especulación en los mercados financieros y estas especulaciones hoy son más fuertes que nunca: las políticas norteamericanas y europeas son idénticas, la misma estupidez a ambos lados del Atlántico: la economía mundial es hoy rehén de los mercados financieros y los mercados financieros son el parásito de esa economía real: la especulación financiera ha hundido la economía real y encima es la economía real, a través de la haciendas pública, quien se ve obligada a salvar a bancos y gobiernos en dificultades.

ZP puede ser un ayatolá que, por fin, ha hecho lo que debía hacer, dentro de la senda que consiguen los poderosos del planeta: reducir el déficit. Ahora bien, lo que están haciendo todos los líderes mundiales, Obama, Merkel, Sarkozy, etc., es una grandísima estupidez, un desastre que nos llevará de crisis en crisis. ¿Qué es lo que habría que hacer? Sencillamente, terminar, al menos reducir, con la especulación bursátil. ¿Cómo? Me temo que la única fórmula que funcionaría sería la de impuestos contra esa especulación.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com