De entrada, sinceridad, Zinedine Zidane nunca me cayó muy bien. Esa aversión a la sonrisa y esos arrebatos irracionales de violencia me hacían sospechar lo peor. por tanto conste que no soy imparcial (neutral y objetivo nunca lo he sido ni pretendo serlo; mis mejores amigos no me lo perdonarían).

Dicho esto, y a la vista de su intervención en el mundial Alemania 2006 cabe hacerse la siguiente pregunta: durante los dos últimos años, especialmente la última temporada ¿Zinedine Zidane se ha dedicado a tomarle el pelo al Real Madrid? En ningún otro sitio se le ha tratado a este futbolista con tanto respeto y afecto como en el club madrileño. Tanto por parte de los directivos como del público. Cuando a final de temporada habló de retirarse nadie criticó, en honor a su pasado, su pésimo rendimiento, durante los dos últimos ejercicios. Con otros jugadores igualmente famosos el público español ha sido mucho más duro y hasta cruel. Pero Zizou era intocable. Entonces fue cuando se marchó a Alemania y, por arte de birlibirloque, se convirtió en la estrella del mundial. ¡Qué cosas!

Se convirtió en la estrella del mundial liderando a una selección que, se ha dedicado a despreciar a la española, verdadera obsesión de personajes que son tan esplendidos futbolistas como pésimos deportistas: Vieira, Barthez o Henry, todos ellos con su correspondiente obsesión antiespañola.

Al final Zidane, a pesar de su vergonzosa exhibición en la final con la agresión macarra a Materazzi ha sido galardonado con el premio al Mejor Jugador del Mundial, lo de deportista tampoco, todo el mundo está de acuerdo en que no lo es.

Tirando por elevación, alguna razón debía tener el acomplejado Jose María Aznar cuando advertía que con él se había truncado una constante que procedía de 1908: que la política exterior española viniera marcada desde París. La verdad es que con Zapatero esa política ha vuelto a ser marcada desde París, pero más preocupante resulta el afrancesamiento de la progresía española que para nuestra desgracia controla nuestra vida social y cultural. Cuatro y La Sexta, las dos televisiones zapateriles que han monopolizado -gracias a la influencia de Zapatero- las retrasmisiones de Alemania 2006 han contado con comentaristas que han exhibido un afrancesamiento de tal calibre que rozaba el desprecio xenófobo hacia portugueses e italianos.

Pero la cuestión Zidane ha superado todas las marcas: el afrancesamiento se convirtió en vicio argumental. Verbigracia, el locutor de Polanco, Carlos Martínez, comentaba el barriobajero cabezazo de Zizou de la siguiente guisa: ¿Por qué le pasan estas cosas a Zidane? No acabo de entender la transitividad de la frase, uno diría que no son cosas que le pasan a Zidane sino cosas que hace Zidane porque le viene en gana o para mostrar su mala crianza, salvo que la agresión al defensa italiano le viniera forzada por algún demiurgo irresistible.

Para mí que no, para mí que Zidane se comportó como lo que es, un personaje hosco, violento e incapaz de aceptar no ya la derrota sino tan siquiera el empate.

Eulogio López