Sr. Director:

Mucho se habla en la actualidad de educación sexual, como si fuera algo nuevo. Lo que sí es nuevo es la forma, frívola, con la que desde las más altas instancias, se está tratando un tema tan importante como es la sexualidad del ser humano, al pretender que los niños y niñas, a edad muy temprana, reciban educación sexual en los colegios como si de matemáticas o historia se tratara. Dejando a un lado la invasión de la intimidad y privacidad a las que toda persona tiene derecho, supone ignorar que el desarrollo y crecimiento de la personalidad humana es variable.

Alegan en su favor, el falso pretexto de evitar enfermedades, embarazos no deseados y, lo que es peor, la pretensión de inculcar en la sociedad la idea de que los niños y niñas que reciben este tipo de educación, serán en el futuro más libres y felices. Sin embargo, lo cierto es, que son muchos los estudios que ponen de manifiesto justo todo lo contrario. Así el Dr. Charles Srnoff, jefe de psiquiatría de niños en el Hospital Brookdale de Nueva York, señala que la educación sexual durante la edad temprana produce un efecto dañino puesto que entorpece la función y desarrollo del ser humano. Y también que el sexo explicado en las clases produce una interacción que es explícita y dirigida a detalles anatómicos de actividad sexual entre seres humanos, produciendo una interferencia desafortunada con el desarrollo normativo, que está en proceso a esa edad. Por su parte el Dr. John, Director de los Servicios a niños y adolescentes del Instituto Psiquiátrico de Washington escribió: Es evidente, que la instrucción sexual en los cursos elementales, no presenta garantías y es potencialmente destructiva en un gran porcentaje de niños.

Con esta carta no quiero limitarme a citar estudios realizados en este sentido, sino protestar enérgicamente porque como madre que soy considero que se me está privando de mi derecho a educar sexualmente a mis hijos, de la manera que considero más adecuada. En cualquier caso, somos los padres quienes podemos decidir en quién delegar la tarea de completar la formación y la información de nuestro hijos en algo tan serio como es la sexualidad. Es éste, uno de los aspectos más íntimos y privados de la persona y es, en este ámbito, donde se debe desarrollar su formación y sencillamente, nadie mejor que los padres conocemos a nuestros hijos, para saber cuándo es el momento oportuno para hablarles de sexualidad. Lo que se pretende hacer, con la implantación de la enseñanza de la sexualidad en el salón de clases, atenta gravemente contra la intimidad y el respeto debido a los niños y a los padres. Queremos hijos libres y bien formados, y no, adoctrinados en una ideología que ya ha fracasado en otros países

Mº Jesús Gallardo Correa

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