Sr. Director:

Hoy por hoy, el modelo de la educación que practican nuestros políticos, es de un pozo sin fondo en donde se vierten los impuestos de los ciudadanos sin exigir mucho a cambio. Mientras el gasto ha aumentado en términos absolutos y relativos (por ejemplo, el gasto por alumno), la calidad del sistema no mejora. Varios países, como Alemania y Gran Bretaña, están terminando con la financiación indiscriminada a la enseñanza: para lograr una mejor productividad del gasto en educación, ligan la financiación con el cumplimiento de determinados objetivos.

Para conseguirlo, nada mejor que aplicar el sistema de cheque escolar, que transfiere al ciudadano la decisión sobre el tipo de centro educativo donde quiere escolarizar a sus hijos, ya fuera público o privado.  Además, se convierte en estímulo sobre todo de la propia escuela pública, pues la que trabaja con mayor calidad obtiene más demanda y, por consiguiente, también más financiación.  La economista americana Caroline Hoxby ha analiza do los efectos de establecer una cierta competencia entre centros públicos. Las conclusiones son bastante elocuentes: donde existe más libertad de elegir entre escuelas públicas, los rendimientos académicos mejoran, el gasto acaba siendo, a la larga, menor, y, aunque sorprenda a muchos, disminuye la demanda de enseñanza privada.

Bert Cappuyns

bert.cappuyns@gmail.com